La inmobiliaria controlada por la familia Nozaleda libró en 2009 una trágica batalla contra el reloj para evitar su entrada en concurso.
Durante ese tiempo, redujo su deuda en la medida de lo posible (de 2.000 a 700 millones en apenas nueve meses) por presiones de la banca acreedora, pero fue insuficiente y finalmente quedó bajo administración judicial.
Las inversiones realizadas en esos meses están en el centro del proceso concursal, ya que los administradores de Nozar nombrados por el juez reclaman ahora que se deshagan estas operaciones para restañar el patrimonio de la inmobiliaria, una amenaza más que seria para los bancos acreedores de Nozar debido a los precedentes (el más reciente, protagonizado por Lena, su filial constructora). Por eso, los expertos vaticinan un acuerdo previo que suponga la capitalización por parte de los acreedores de algunas de sus deudas con Nozar. De esta manera, pasarían a ostentar la mayoría del capital (como en Metrovacesa o Colonial), aunque los Nozaleda se mantendrían como primer accionista individual.
Si esta es finalmente la solución, que llegaría después de más de un año y medio de que Nozar entrase en concurso de acreedores, se plantearía la duda de si se podría haber llegado a este puerto (un destino previsible, por otra parte, vista la evolución del sector) sin realizar una travesía tan larga. Es cierto que las resistencias de los Nozaleda no hubiesen sido fáciles de vencer, pero también que el proceso, desde todos los ángulos, hubiese sido menos costoso.
La Llave / Expansión.