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Lo que está pasando. ¿Qué está pasando?

Grecia, como ejemplo. Grecia ha anunciado una nueva vuelta de tuerca: privatizar lo que le queda en una atmósfera de derrumbe no-controlado: hablen con personas no griegas que estén residiendo en Grecia desde hace unos años y que no se hayan marchado.  ¿Dónde se halla el límite al que Grecia y otros deben pagar su […]

Grecia, como ejemplo. Grecia ha anunciado una nueva vuelta de tuerca: privatizar lo que le queda en una atmósfera de derrumbe no-controlado: hablen con personas no griegas que estén residiendo en Grecia desde hace unos años y que no se hayan marchado. 

¿Dónde se halla el límite al que Grecia y otros deben pagar su deuda para que se la compren?, respuesta: aquel que se decida que va a servir para compensar la quita que tiene que ser aplicada a su deuda total, es decir, a todas sus deudas. La pregunta, en consecuencia no es si la quita tiene que ser aplicada, sino cuándo va a ser aplicada. Y ojo: ninguna economía, nin-gu-na puede pagar todo lo que debe, es decir, España NO PUEDE pagar los más de los cuatro billones a los que asciende su deuda. Tener esto claro tiene que ver con los stress tests.

Para lo que los stress tests deberían servir es para poner encima de la mesa la verdadera y real situación de las entidades financieras: la cantidad de porquería que tienen en sus balances, lo que deben, lo que les deben, lo que pueden cobrar y lo que pueden pagar; todo lo demás no importa nada en absoluto. Pero para que esas cifras sean creíbles antes tiene que tenerse claro qué pueden pagar y qué no pueden pagar los países; es decir, si antes de que se publiquen los stress tests no se tiene una idea muy, muy aproximada de las quitas que son precisas aplicar a las deudas de los países, los stress tests del 2011 serán tan papel mojado como lo fueron los del 2010. La pregunta es: ¿hay voluntad de poner sobre la mesa el tema de las quitas?, pienso que a día de la fecha -a día de hoy- sí para algunas entidades financieras, sí para algunas empresas, sí para algunas deudas públicas (aunque aún no para poner nombres en las líneas de puntos), pero es un número completamente insuficiente teniendo en cuenta que la mayoría de países, empresas, entidades financieras y familias no pueden pagar la totalidad de lo que deben. Digámoslo otra vez: ¡NO PUEDEN!.

Pueden seguir refinanciando ad infinitum si los acreedores se lo permiten, y en algunos casos puede que suceda porque la quiebra del deudor o la drástica reducción de su tamaño implicaría un problema mayor que el aparcamiento y olvido de su deuda (pienso que esos casos serán mínimos), pero en la inmensa mayoría hacer cruz-y-raya a la deuda tendrá consecuencias: dependencia casi de por vida con los acreedores, cierres de aquello que no tenga ningún interés, no-empleo de recursos no necesarios (lo que es eficiente: ¿para qué gastar aquello que no va a ser imprescindible?, aunque supone un problema en el caso del factor trabajo), reducción en los estándares de vida de la mayoría de la población, …

El camino ha sido lógico: permitir el endeudamiento de todo el mundo hasta un punto que fuese impagable para, posteriormente, definir unas condiciones tales que durante un supermontón de años esos entes endeudados tuvieran que dedicar una ingente cantidad del valor que generasen a pagar esa deuda del modo que los acreedores decidiesen: ¿en dinero?, ¡no!, ¡qué va!, pudiendo pagar esas deuda en petróleo, en agua, en maíz, en horas de trabajo específico, ¿para qué va a devolverse en unos papeles denominados ‘dólares’, o ‘euros’?. El método fue genial: una inversión que, a la vez, lo era a corto y a largo plazo.

Y claro, la pregunta que ya se está formando en las mentes de un número creciente de personas: esos entes endeudados, ¿son viables?. ¿Es viable Grecia?, ¿lo es Portugal?, ¿lo es esa empresa que fabrica nada-necesario y que ha estado subsistiendo a base de créditos?, ¿lo son todas y cada una de las regiones en las que se divide un país?, ¿lo es una entidad financiera cuyos activos valen hoy menos de lo que valían ayer y más de lo que valdrán mañana y cuyos impagados son más de lo que admite?.

Ya, la otra pregunta: ¿quiénes van a caer?, ¿cuándo van a caer?. Pienso que muy, muy pocos: ¿a quiénes interesa un derrumbe como el del 29?, absolutamente a nadie: la sangre mancha, es difícil de limpiar, y puede comprarse lo que haya que comprar aunque no corra por las calles. Se puede hacer de otro modo: absorciones: limpio, higiénico, no traumático.

Ya, las palabras. A quienes se escucha dicen, sugieren, dan a entender, pero sus aclaraciones dan pábulo a nuevas interpretaciones, todo para que el mensaje vaya calando y la gente, la población, vaya haciéndose a la idea de que la deuda no es pagable al modo tradicional y que, por tanto, habrá que hacer cosas, habrá que tomar decisiones alternativas; para que el mensaje vaya penetrando en una población cuya totalidad cada vez va a ser menos necesaria según lo que hasta ahora era entendido por ‘necesaria’, ¿ o es que ha sido por casualidad que M. Villepin haya incluido en su preprograma electoral a la presidencia de la República Francesa el ‘ingreso de ciudadanía’: 850 €/mes que percibirían los franceses mayores de 18 años sin recursos a cambio de que la persona perceptora se inscriba en una lista -el censo electoral- y que esté disponible para prestar servicios a la comunidad entre los 18 y los 25 años?.

(La inflación en China parece fuera de control, pues sí, pero es lógico: para que China haya crecido como ha crecido ha sido preciso que nadie mirase la inflación ya que la inflación generaba crecimiento, pero la inflación ha llegado a un punto que está afectando a las posibilidades de crecimiento, … pero si se frena la inflación, el crecimiento … Y no: pienso que no hay salida. A eso añadan el modo de hacer las cosas en China: lo opuesto a la optimización y a la eficiencia.

Uds. ya han leído aquí que China era una burbuja, lo que sucede es que era necesaria: los padres de las niñas texanas tenía que pagar poco por las Barbies que compraban a sus hijas a fin de que les quedase endeudamiento para adquirir otras cosas, pero agotada la capacidad de endeudamiento, ¿para qué es necesaria China?. Si los padres texanos van a adquirir pocas Barbies para sus hijas porque su capacidad de endeudamiento no lo permite y sus economías familiares tampoco, ¿para que se necesita a alguien que fabrique Barbies máxime si fabricar Barbies del modo como eran fabricadas consume una enorme cantidad de unos recursos que son muy escasos y cada vez van a serlo más?.

Mediten sobre lo anterior: también, pienso, van a empezar a oír hablar de esto muy pronto).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon LLull.

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