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Cosas – 17

* – Todo es porque sí, ¿o nada es porque no?. Francia da su sí al Sr. Draghi para suceder a M. Tichet en el BCE cuando en Octubre se vaya; al mismo tiempo -en el mismo tiempo- el grupo lácteo francés Lactalis anuncia una opa por la parte que aún no posee del grupo […]

* – Todo es porque sí, ¿o nada es porque no?. Francia da su sí al Sr. Draghi para suceder a M. Tichet en el BCE cuando en Octubre se vaya; al mismo tiempo -en el mismo tiempo- el grupo lácteo francés Lactalis anuncia una opa por la parte que aún no posee del grupo italiano Parmalat … justo antes de que comenzase en Roma una cumbre italofrancesa; y desde hace meses el actual Gobernador del Banco de Italia no cesa de decir que hay que ser más estricto en el control de los precios de lo que dice Alemania que hay que serlo.

¡A ver!, posiblemente el Sr. Mario Draghi sea el mejor candidato existente para presidir el BCE, seguramente la operación de Lactalis sobre Parmalat sea la mejor que se puede hacer en el sector lácteo, y con una elevada probabilidad la coincidencia de la cumbre con el anuncio fue una cuestión de probabilidad; pero no me negarán que partiendo de la base de que las casualidades no existen, todo ello es una casualidad muy casual.

* – Las cuentas del reino: en Marzo del año en curso el déficit se redujo el 20% respecto al mismo mes del año anterior. ¡Qué bien!, ¿no?, pues pienso que no. Tal reducción no se produjo porque la actividad económica había ido a mucho más y los ingresos fiscales crecieron muchisísimo más de lo que lo hicieron los gastos, sino porque los gastos descendieron un porrón más de lo que lo hicieron los ingresos.

La economía española está empequeñeciéndose (la de todas partes, pero ahora estamos aquí): es el minimalismo. No es que se esté mejorando, sino que se está reduciendo lo mal que se está por el lado de gastar menos de lo menos que se ingresa. Pienso que es una especie de ‘economía de la miseria’: vamos menos mal porque no se va a peor. Pero no se soluciona nada porque no se crece, no se aumenta: de momento no se decrece, pero el empobrecimiento avanza. Y el Gobierno hace bandera de eso y el principal partido de la oposición no dice nada al respecto.

Y todo ello envuelto en el celofán de una duda metafísica: todo el cuadro presupuestario del Gobierno, todos los compromisos, todos los cálculos están hechos partiendo de que en el año en curso la economía española iba a crecer el 1,3% (30.09.2010 confirmado el 06.04.2011) cuando salvo el Gobierno nadie lo cree; bien si el compromiso del ejecutivo es reducir el déficit en el 2011 del 9,2% al 6,0%, ¿qué sucederá si ese crecimiento no se cumple?. Ya se ha dicho: el Gobierno: más tijeras, y si se crece menos …

* – Parece ser: parece ser, que en el horizonte se está dibujando una estrategia tendente a evitar quitas a la deuda pública debido a las consecuencias que esas quitas tendrían: en una economía postglobal en la que todo está imbricado con todo un problema de pagos en un ayuntamiento portugués se puede transformar -se transforma- en un cataclismo en dos bancos alemanes, uno USA y otro japonés. En consecuencia lo de las quitas, podría ser que fuese que no. En el fondo sería como aquellos países latinoamericanos y africanos hipermegaendeudados cuyas deudas todo bicho viviente sabía que no podían pagar pero que todo ese mundo hacía como si sí pudieran.

Bien, pues lo que podría estarse cociendo sería algo así como un ‘coma de deuda’. Detectado lo que un Estado, una región, un ayuntamiento, no puede pagar, esa cantidad pasa al Limbo, se hiberna, esa parte de la deuda pasa a estar en coma, en estado vegetativo, pero ‘viva’, es decir no-muerta. Todo el mundo sabrá que es impagable porque su pago es imposible debido a que no se genera el PIB suficiente para poder pagarla, aunque todo lo relacionado con su mundo, con el mundo de la deuda, seguirá el curso inmutable de las cosas: los activos que la respaldan, los compromisos adquiridos, los nombres y apellidos de los sujetos implicados, … , pero nadie dirá ni una sola palabra sobre pagar, sobre satisfacer nada, incluso puede darse/concederse/aceptarse un período de carencia de intereses.

Será una ficción, ya, pero ninguna entidad financiera tendrá que provisionar nada, ningún país tendrá que dar explicaciones a su ciudadanía, nadie perderá la confianza en tal banco o en cual deuda del país que alberga a tal banco; nadie dudará de nada aunque en la ducha, con los ojos cerrados para protegerlos del shampoo todo el mundo dude de todo. Si funcionó ayer con otros, ¿por qué no puede funcionar hoy con algunos?. Ya, el problema será que se considerará que el País P miembro del euro, cuajado de inversión extranjera, integrado en la economía internacional, tiene una deuda que equivale al X% de su PIB y ya está, cuando, en realidad, puede puede pagar (X – n)%, siendo ‘n’ una cifra muy cercana a ‘X’; pero dará igual: si todo el mundo acepta que el vestido del rey es una maravilla aunque el rey esté tal y como vino al mundo, lo que quedará es un elegantísimo gusto real para vestir. Pero eso sólo resuelve una parte del problema.

La deuda es TODA la deuda, no sólo la pública. Cuando ‘los mercados’ fruncen el ceño ante la situación de España no están pensando en el 67% a que asciende la deuda pública española, sino en el 420% a que asciende la deuda total. La pregunta no es ‘¿Podrá España pagar su deuda pública?’, sino ‘¿Podrá España pagar su deuda?’, lo que nos lleva a otro nivel, un nivel mucho más difuso.

Las empresas españolas, ¿podrán pagar el billón largo de euros que deben?, más aún, ¿podrán las entidades financieras españolas pagar el más del billón que adeudan?, y para acabar, ¿podrán las familias españolas pagar el casi billón que tienen que pagar?. Ya, la pregunta podríamos hacerla de otro modo: esos deudores, ¿cuánto pueden pagar de lo que deben?. Y aquí aparece la quita, pero la quita tiene consecuencias: lo quitado debe eliminarse de los activos, y eso tiene consecuencias. Es decir, se está hablando de la deuda pública pero se está pensando en la total, ¡casi nada!.

De todos modos, dejar las cosas como están también tiene consecuencias: seguir con la ficción, continuar con la virtualidad con la que hemos estado viviendo hasta ahora, y pienso que no. Pienso que el cambio de modelo precisa sacar a la luz; lo que pasa es que ese sacar a la luz debe ser sostenido, asistido, dando lugar a una reconversión. Claro que entonces a ver en qué situación quedarán los deudores: teledirigidos por cuatro corporaciones con cero grados de libertad, claro que como están ahora …

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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