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Grecia no es Argentina de 2001, ni Rusia de 1998.

Carlos Montero.

A pesar de que el Parlamento griego aprobara ayer las nuevas medidas de austeridad elaboradas por el gobierno y de la fuerte reacción de los mercados, muchos analistas, entre los que nos encontramos, creen que lo que se ha conseguido es simplemente una postergación de la reestructuración de la deuda griega. Así se pronunciaba ayer, una figura económica tan eminente como el ex Ministro de Economía alemán, Rainer Brüderle, afirmando que la “reestructuración de la deuda griega es inevitable”.

Para una corriente creciente de analistas, esto no tiene que ser malo necesariamente. La actual situación griega, se puede asemejar a la de Argentina y Rusia de hace unos años, que tras un breve incumpliendo, vieron como sus economías emergieron con inusitada fortaleza.

La economista Nin-Hai Tseng de Fortune, no está de acuerdo con este planteamiento, y cree que no se puede comparar la actual situación griega, con la de Argentina de principios de siglo, o la de Rusia de 1998. Esta analista lo argumenta de la siguiente manera:

En 2001 Argentina dejó de pagar 81.800 millones de dólares de deuda soberana, tras meses de turbulencias en el sistema bancario del país. El PIB se redujo en un 10,9% ese año, y el país fue excluido de los mercados de crédito.

Pero pese a las dificultades de financiación, su economía se recuperó, creciendo a más del 8% al año desde 2003. Ese comportamiento de Argentina ha llevado a algunos a sugerir que Grecia podría seguir el mismo camino.

“El punto principal es que la economía de Argentina lo hizo muy bien después de su default”, escribe Dean Baker, co-fundador de Washington DC. “Es difícil entender por qué alguien en Grecia no quiere un default en este momento, si se cree que la economía de Grecia puede seguir el mismo camino que la economía de Argentina en los últimos nueve años y medio”.

Pero la recuperación de Argentina es algo que Grecia difícilmente podrá conseguir. La razón es simple: Grecia no cuenta con las exportaciones agrícolas de Argentina.

Mientras que el motor de crecimiento de Grecia principalmente es el sector servicios, la venta de productos agrícolas ayudó a Argentina a superar la recesión. El superávit comercial argentino fue impulsado por el aumento de los precios mundiales de los productos agrícolas. Los precios de la soja, de la que Argentina es un importante productor, aumentaron de los 200$ por tonelada en 2003, a cerca de 500$ tonelada en la actualidad.

Aparte de los servicios turísticos y del de transporte marítimo, Grecia, en realidad, exporta muy poco y tiene pocas inversiones extranjeras directas. Así que, aunque Grecia entre en default, salga del euro y devalúe su propia moneda, es difícil ver cómo podría incrementar sus exportaciones para salir de estos tiempos económicos difíciles.

“Grecia no tiene ninguna de estas ventajas (argentinas) y, fundamentalmente tiene un problema de crecimiento estructural,  que incluso una reestructuración de deuda no aliviará”, dice Jacob Kirkegaard Funk, miembro del Instituto Peterson for International Economics.

Por otro lado, Rusia suspendió pagos en 1998. Tras una década de fuertes caídas, su economía se está recuperando actualmente, impulsada por los precios de las materias primas, especialmente el petróleo.

El gobierno ruso ha pagado sus deudas externas. A pesar de los reveses económicos de 2009 en medio de la crisis financiera global, el crecimiento ha sido sólido a lo largo de la década de 2000.

La situación de Grecia lo que nos pone de manifiesto es que cada economía es diferente y que la suspensión de pagos puede funcionar para unos mejor que para otros. Los problemas de Grecia son importantes, y es poco probable que un default sea la mejor manera de solucionarlos. El problema de Grecia es el producto de décadas de aplicación de malas políticas impositivas, décadas de corrupción, de baja edad de jubilación y otras malas medidas.

Ellos tendrán que revisar su economía en su totalidad.

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