Los nubarrones de la crisis han vuelto a descargar una tormenta torrencial sobre los mercados en los últimos días. Las dificultades periféricas han afectado en primera persona a Portugal, pero se han propagado con dureza hacia Italia, mientras que EEUU ha puesto la puntilla con unos decepcionantes datos de empleo que certifican su débil recuperación.
Hace una semana, en esta misma página podía leer que el Ibex 35 había encadenado cinco sesiones alcistas que le habían proporcionado un avance semanal del 6,9 por ciento, el mayor desde enero. También, que la prima de riesgo de España, medida por la diferecia entre la rentabilidad de los bonos españoles y alemanes a 10 años, se había relajado desde los 284 hasta los 234 puntos básicos -ó 2,34 puntos porcentuales-, el retroceso más intenso desde mayo de 2010. Ambas referencias daban testimonio de que la confianza había regresado a los mercados después de que Grecia accediera a acometer más recortes fiscales, un requisito indispensable para que Atenas recibiera el dinero que necesitaba para afrontar el pago de su deuda…
Una semana después, de aquella esperanza solo queda el recuerdo. Han pasado tantas cosas, y todas con un tono tan decepcionante, en los últimos días, que el optimismo ha dado paso a un pesimismo rampante. ¡De esta pasta están hechos los mercados y la economía mundial en estos momentos!
Agárrese, porque la secuencia de datos impresiona. De las cinco jornadas consecutivas al alza, el Ibex ha pasado a sufrir cinco sesiones sucesivas de descensos, que han deparado un recorte semanal del 5,3 por ciento, el más acusado desde noviembre de 2010, hasta los 9.938,2 puntos. En cuanto a la prima de riesgo, ha vuelto sobre sus propios pasos, puesto que ha regresado a sus máximos en los 284 puntos básicos.
Pero España no ha caminado sola en este tortuoso camino. Las primas de riesgo del resto de los países periféricos no se ha librado del castigo. En especial, las de Portugal e Irlanda, que han superado los 1.000 puntos básicos por primera vez. Como puntilla, y por aquello de complicar más las cosas, la purga se ha contagiado ya de forma definitiva a Italia, cuya prima de riesgo se ha disparado de los 183 a los 244 puntos básicos en los cinco últimos días, con lo que está en máximos desde el nacimiento del euro. Este repunte ha encendido todas las alarmas. “Ahora sabemos que el cortafuegos era, en realidad, una ilusión. A Italia y España les esperan más bajadas de rating”, advierte Michael Riddell, gestor de renta fija de M&G Investments.
Portugal, Italia… y EEUU
¿Por qué se ha producido semejante vuelco? Porque la sucesión de noticias negativas ha sido constante. La semana se torció de forma definitiva el martes. Ese día, a las ocho de la tarde, la agencia de calificación Moody’s recortó el rating de Portugal en cuatro escalones, desde Baa1 hasta Ba2, con lo que la metió en el cajón del grado especulativo o basura, que es el que identifica a los países con más riesgo. Como remate, agregó que Lisboa podría necesitar un segundo rescate.
Este revés no sólo reactivó la crisis periférica. Su efecto fue mayor. Generó la sensación de que esa problemática es como el mito de Sísifo. Tras lograr empujar la roca de Grecia hasta la cima en la semana anterior, la decisión de Moody’s devolvió la roca a la falda de la montaña. Esta impotencia se apoderó de los mercados el miércoles, jornada en la que el Ibex cedió un 1,2 por ciento y el índice portugués PSI 20, un 3 por ciento. Fue también ese día cuando la prima de riesgo lusa superó por vez primera los 1.00 puntos básicos.
El jueves se produjo una tenue recuperación pese a que el Banco Central Europeo (BCE) elevó los tipos de interés del 1,25 al 1,5 por ciento. El mercado, sin embargo, se quedó con otra decisión de la entidad, que echó un capote a Portugal al anunciar que seguirá aceptando la deuda portuguesa como garantía para proporcionar financiación a los bancos, sea cual sea el rating que tenga.
El alivio de esta medida se evaporó de un plumazo el viernes, jornada en la que los problemas se multiplicaron. Primero, porque las dificultades periféricas se propagaron a Italia, envuelta en dudas sobre el resultado que pueden obtener sus bancos en los test de estrés. Como consecuencia, Unicredit se hundió en bolsa un 7,8 por ciento e Intesa Sanpaolo, un 4,5 por ciento. Y segundo, porque EEUU recordó que los padecimientos de los mercados no sólo provienen de Europa. En junio, el mercado laboral norteamericano sólo generó 18.000 empleos, cuando se esperaban 105.000, mientras que la tasa de paro repuntó del 9,1 al 9,2 por ciento. Este cóctel italo-norteamericano se le atragantó al Ibex, que retrocedió un 2,5 por ciento y entregó la cota de los 10.000 puntos.