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CINCO MITOS SOBRE LA BOLSA: ideas básicas que se dan por correctas y no lo son

Las siguientes frases, convertidas en principios, son prejuicios, opiniones o ideas preconcebidas que todos tenemos sobre la bolsa. Aparentemente son correctas, pero se trata en realidad de los clásicos grandes errores: 1-    Para entender de bolsa, ser un buen inversor, y ganar dinero, hay que ser un “experto” economista. 2-    Hay que estar bien informado para ganar […]

Las siguientes frases, convertidas en principios, son prejuicios, opiniones o ideas preconcebidas que todos tenemos sobre la bolsa. Aparentemente son correctas, pero se trata en realidad de los clásicos grandes errores:

1-    Para entender de bolsa, ser un buen inversor, y ganar dinero, hay que ser un “experto” economista.

2-    Hay que estar bien informado para ganar en bolsa: leer los periódicos y estar al tanto de las noticias todos los días.

3-    La bolsa es eficiente y refleja el valor real de las compañías.

4-    Son los criterios económicos los que determinan la evolución bursátil. La bolsa va bien si la economía va bien. Las buenas noticias hacen subir a la bolsa, y las malas incitan a la baja.

5-    La bolsa es racional ya que el ser humano lo es.

Vamos a comentar cada uno de estos cinco puntos.

1- Ciencia, experiencia y economía.

En los albores del siglo XXI, la ciencia sigue gozando de un justo prestigio en nuestras sociedades occidentales, pero serían necesarias unas importantes matizaciones aunque sólo sea para recolocarla en su sitio y maximizar así su utilidad. Las matemáticas son una ciencia exacta. La física y la química se pueden reproducir en laboratorio, y desde la investigación extraer unas teorías que luego se aplican para gran regocijo de los seres humanos que se benefician de ellas: puentes y carreteras, aviones y trenes, ordenadores y máquinas, etcétera…. Pero la economía no es así: existen grandes teorías que se enseñan en las universidades, y sin embargo, constatamos a diario que las excepciones existen. Un ejemplo sencillo lo tenemos en los tipos de interés y la bolsa. En teoría, cuando suben los tipos, la renta fija se vuelve más atractiva, por lo que se produce un desplazamiento de capitales de la bolsa a la renta fija, provocando de ésta manera un caída de la bolsa. Pero en la práctica nunca es tan sencillo. Siempre existen numerosos condicionantes que acaban por ridiculizar a la teoría.

En economía no se pueden reproducir experimentos en laboratorio, y muchas de las relaciones de efecto-causa que resultan aparentemente lógicas, se convierten después en la realidad en algo totalmente inexplicable. Parece que para ganar en bolsa hay que ser capaz de adivinar o anticiparse al futuro, lo cual es ya de entrada un objetivo tremendamente ambicioso y osado.

La economía no es una ciencia exacta. Y la bolsa ni siquiera tiene una relación directa con la economía. La correlación es a largo plazo, y eso significa que pueden separarse durante meses, incluso años.

2- Bolsa e información.

Es puro sentido común. La información que permita ganar dinero en bolsa, nunca estará al alcance de las masas. La gente que tiene el poder y el dinero no se va a dedicar a difundir gratuitamente ésa información. Por lo tanto, la consecuencia inmediata de ésta observación es que leer el diario económico Expansión no aporta ningún valor añadido al bolsista. Sé que es difícil dejar de estar al corriente de las noticias económicas porque el sentimiento de pertenencia al grupo otorga seguridad. Pero tenemos que aceptar nuestra ceguera parcial. No necesitamos comprenderlo todo para ganar dinero. Y sobre todo, no necesitamos colocarnos voluntariamente dentro la psicología de grupo que juega con nuestras emociones. Las emociones son el día a día del ser humano, y son el principal elemento perturbador de nuestra racionalidad, hasta el punto de anularla totalmente en determinadas circunstancias.

Seguro que muchos no están de acuerdo. Por supuesto que hay algo de valor en lo que leemos, pero eso es minoritario. El 99% es puro ruido, relleno para conseguir lectores y audiencia, muchas veces escrito por gente que ni siquiera comprende del todo lo que está diciendo. La mayoría de lo que se publica no tiene ningún valor, salvo el del entretenimiento. Lo más difícil para un inversor es saber aislarse de ese ruido, y tener un filtro muy potente para retener sólo la información realmente útil, que como digo, es mínima en medio del contínuo blablabla.

3- Valor real de las empresas y largo plazo.

El corazón de la bolsa es saber determinar ese valor real. Los analistas value, los fundamentales, se esfuerzan en calcularlo. A largo plazo, y hablamos de al menos 10 años, los buenos gestores «value» baten al mercado. Pero como siempre, los buenos son una minoría. Muchos son los llamados pero pocos los elegidos.

El mercado puede tardar años en reconocer ese valor real. Así que la mayor parte del tiempo se puede decir que el mercado NO cotiza en el valor real. A veces por encima y otras por debajo, y la desviación puede ser brutal, tanto al alza como a la baja.

Si compramos una empresa infravalorada, apostamos a que en algún momento durante los próximos años su cotización subirá. Es una garantía, pero no una certeza. Para muchísimas empresas, por ejemplo la banca, es muy difícil, casi imposible determinar su «valor real». La eficiencia de la bolsa es un mito, y si de algo estamos seguros es que la bolsa NO es eficiente. De ahí que la psicología sea reina: hay que comprar en fases de pánico y vender en fases de euforia.

4- Bolsa y economía.

Parece lógico pensar que la bolsa va bien si la economía va bien. Sin embargo, ése es uno de los errores más importantes común a todos los inversores. Sucede justo lo contrario. Podríamos decir que la economía va bien si la bolsa va bien. La razón es muy sencilla: en la bolsa se encuentran oferta y demanda en tiempo real. Las complejas estadísticas que manejan los gobiernos para tratar de tomar el pulso a la economía, reflejan en realidad el pasado. Por ejemplo, cuando en el mes de junio se publican los resultados de las empresas del año anterior, hace ya 6 meses que el citado ejercicio económico se cerró. Por eso, cada vez se utiliza más a la bolsa como indicador adelantado de la salud económica del país. No podemos utilizar los datos económicos para anticiparnos al comportamiento bursátil porque es justamente la inversa. Una pena, porque lo que pretendemos es justamente ganar en bolsa. Habrá que buscar la fórmula en otra parte. A partir de ahora, no olvidemos nunca, que según diversos estudios, el ciclo bursátil se anticipa entre 6 y 12 meses al ciclo económico.

5- Racionalidad de los mercados financieros.

Desde el iluminismo de los filósofos del siglo XVIII, la razón del ser humano ha adquirido una enorme preponderancia en la sociedad occidental, apoyada entre otros, en los grandes avances de la ciencia. Uno de los mayores prejuicios de nuestro tiempo es justamente ése: la racionalidad en el comportamiento del ser humano, aunque poco a poco van surgiendo signos de debilitamiento de éste dogma moderno. El marketing de las grandes empresas, la publicidad que nos invade por todas partes, no ataca el lado racional del ser humano sino su lado emocional. Descartes dijo “pienso, luego existo”. Sería mucho más correcto decir, “siento, luego existo”. Las emociones gobiernan nuestro día a día, y gobiernan incluso nuestra racionalidad, que se ve manipulada al antojo de nuestras inquietudes y turbulencias.

Pues bien, ésta realidad tiene su reflejo en los mercados financieros, que son el punto de encuentro de millones de seres humanos. En los mercados se puede ver codicia, ambición, miedo, pánico… La psicología de grupo toma todo el protagonismo. El individuo en masa no tiene nada de racional, es pura emoción. Las pasiones gobiernan su comportamiento. Las decisiones de la mayoría de los inversores son impulsivas y poco reflexivas. Los rumores son el pan de cada día en los mercados. Y añadamos algo más con contundencia: esto es válido para todo ser humano, sin que importe su condición o clase. Lo digo, por si alguien está pensando que un buen profesional está a salvo de sí mismo. Sólo nos podemos proteger con normas estrictas, y con una férrea disciplina muchas veces impuesta desde fuera.

En resumen, estos cinco puntos se traducen en que:

  1. No hace falta ser economista para invertir. De hecho, ser economista suele ser muy perjudicial.
  2. Las noticias, prensa, telediarios no aportan nada. Sólo ruido y distracción. Es muy difícil saber filtrar lo importante de lo que no lo es, porque el 99% es relleno.
  3. La bolsa no es eficiente. Calcular el valor real de una empresa es tarea casi imposible. Hay que ser muy, muy bueno para hacerlo, y es mucho más un arte que una ciencia.
  4. Bolsa y economía están mucho menos correlacionadas de lo que se piensa. El desfase oscila entre 6 y 9 meses. Cuando peor va la economía es cuando es más probable que empiece a subir la bolsa.
  5. La racionalidad de los mercados es tan real como la racionalidad del ser humano. Observe el mundo, su entorno, su alrededor, y verá cuántas veces somos irracionales. Las emociones dominan el mundo.

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