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Las pymes españolas pagan por su financiación un 77% más que las alemanas

La fragmentación del mercado financiero europeo penaliza a las empresas de los países más afectados por la crisis e impide la correcta transmisión de la política monetaria del BCE  El nuevo marco interpretativo de la clasificación de créditos podría derivar en nuevas exigencias de provisiones a las entidades financieras españolas pero completar ese saneamiento […]

funcasLa fragmentación del mercado financiero europeo penaliza a las empresas de
los países más afectados por la crisis e impide la correcta transmisión de la
política monetaria del BCE
 El nuevo marco interpretativo de la clasificación de créditos podría derivar en
nuevas exigencias de provisiones a las entidades financieras españolas pero
completar ese saneamiento parece factible, así como una condición
fundamental para que vuelva el crédito
 La capacidad de la política monetaria para apoyar la recuperación es limitada
y no puede ni sustituir los procesos de reformas estructurales ni solucionar los
problemas de solvencia del sistema financiero
 La recuperación de la economía no puede basarse solo en las exportaciones,
debe apoyarse también en la recuperación de la demanda interna
Madrid, 11 de junio de 2013.- La fragmentación del mercado financiero europeo está
abriendo una gran brecha en los costes de financiación de las empresas de los países
con dificultades respecto al resto de la zona euro y está provocando que la política
monetaria del Banco Central Europeo no se transmita de manera correcta a la
economía real de esos países. Para recuperar su efectividad sería necesario acelerar
la unión bancaria. Esta es una de las principales conclusiones del artículo de Joaquín
Maudos incluido en el último número de Cuadernos de Información Económica,
editado por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
Según Maudos, las empresas de los países que en mayor medida han sufrido la crisis
de deuda soberana pagan un 85% más por su financiación que el resto. Este
encarecimiento de los créditos ha impactado negativamente en la inversión lo que,
unido a las políticas de austeridad, lastra las posibilidades de recuperación de dichos
países.
En el caso de España, las pymes están pagando por su financiación (considerando
préstamos inferiores a un millón de euros) 105 puntos básicos más que la media de la
zona euro, mientras que el resto de las empresas (por préstamos superiores a un
millón de euros) paga un sobrecoste de 35 puntos básicos. Son, por tanto, las pymes
las que en mayor medida están sufriendo este problema y se financian un 35% más
caro que la media en la eurozona y un 77% más que las pymes alemanas
Esta fragmentación del mercado financiero supone una ruptura de los mecanismos
de transmisión de la política monetaria, de modo que los esfuerzos que en este
sentido hace el Banco Central Europeo pueden no tener el efecto deseado en los
países más afectados por la crisis. En ellos, los tipos de interés bancarios responden
más a la prima de riesgo soberana de cada país que a los tipos de intervención fijados
por el BCE.
El artículo de Santiago Carbó y Francisco Rodríguez analiza el nuevo marco
interpretativo de la clasificación de créditos por parte del Banco de España, que
podría derivar en nuevas exigencias de provisiones a las entidades financieras
españolas. No obstante, completar ese saneamiento parece factible, así como una
condición fundamental para que vuelva el crédito.
Según los últimos datos del Banco de España, hasta mayo de 2013 se han
refinanciado o aplazado préstamos por un importe superior a los 208.000 millones de
euros, el 13,6% del crédito total al sector privado residente. Del total de operaciones
refinanciadas o aplazadas, el 20,6% ha sido clasificado como subestandar y el 37%
como dudoso.
El artículo también evalúa las proyecciones realizadas por Olyver Wyman en los test
de estrés realizados en 2012 y concluye que las probabilidades de impago de la banca
española han sido, en general, inferiores a lo estimado, con la única excepción de las
grandes empresas y las carteras de obras públicas. Además, el beneficio antes de
provisiones de la banca ha sido superior al proyectado.
Asimismo, en este artículo se muestra que la exposición a las actividades
inmobiliarias de los bancos españoles se redujo en un 50% durante 2012 y 2013,
teniendo en cuenta tanto los préstamos como los activos adjudicados, netos de
provisiones. Alrededor del 60% de la reducción se estima que se debe a las
transferencias a la Sareb, mientras que el 40% restante se explica por las medidas
adoptadas por los propios bancos.
Otro de los artículos del último número de Cuadernos de Información Económica,
firmado por Pilar L’Hotellerie-Fallois y Javier Vallés, analiza cómo la crisis ha
obligado a los bancos centrales a innovar en su manera de operar, ya que los
instrumentos convencionales han mostrado algunas limitaciones. En general, los
bancos centrales de las economías desarrolladas han imprimido un tono cada vez
más expansivo a sus políticas monetarias y lo han mantenido por un tiempo récord,
de manera que no solo se han relajado las condiciones financieras sino que se ha
elevado el peso de los bancos centrales en algunos segmentos de los mercados
financieros.
Los autores argumentan que la capacidad de la política monetaria para apoyar la
recuperación es limitada y que no puede ni sustituir los procesos de reformas
estructurales ni solucionar los problemas de solvencia del sistema financiero.
Además, advierten de los riesgos que implicaría mantener la expansión monetaria
más allá de lo razonable, por ejemplo, la posible generación de nuevas burbujas, el
deterioro de la capacidad de los bancos para generar beneficios o las dificultades
para obtener renta de los inversores institucionales.
Por último, el artículo firmado por María Jesús Fernández analiza en qué medida
puede confiarse la recuperación de la economía española a las exportaciones. La
conclusión es que se está realizando un análisis excesivamente optimista del
potencial del sector exterior en lo que se refiere al papel que desempeñará a corto
plazo para inducir una recuperación sólida y sostenida de la economía. Esta no puede
basarse sólo en las exportaciones, sino que debe apoyarse en la reactivación de la
demanda interna.