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Internet aumenta la productividad, pero no reduce las jornadas de trabajo.

La mayor autonomía y flexibilidad horaria que propician las tecnologías de la
información aumentan la presión para estar continuamente conectados y
favorecen la disolución de la frontera entre la vida personal y la profesional

funcasEl desarrollo de Internet es uno de los factores que
más ha contribuido a cambiar el funcionamiento de la sociedad y la economía en las
últimas décadas. La revista Panorama Social, editada por la Fundación de las Cajas de
Ahorros (Funcas), dedica su último número al impacto social de las nuevas
tecnologías y las transformaciones que han provocado en ámbitos tan diversos como
el trabajo, el ocio, el consumo o las relaciones familiares.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 67,9% de los hogares
españoles disponía de acceso a Internet en 2012, un porcentaje que nos situaba en
las últimas posiciones a nivel europeo. Sin embargo, estamos en los primeros puestos
por lo que se refiere a la penetración de la telefonía móvil (95,9%). Y según una
encuesta de 2012, publicada por Accenture, aproximadamente tres cuartas partes de
los españoles (76%) acceden a Internet a través de dispositivos móviles, proporción
significativamente mayor que las observadas en otros países europeos, como
Alemania (59%), Francia (59%) o Reino Unido (64%).
El perfil de los usuarios de tecnologías de la información cada vez se generaliza más y,
aunque todavía existe una brecha generacional y de género, esta se está
estrechando, mientras que persisten las diferencias en función del nivel de estudios e
ingresos.
Las tecnologías de la información están cambiando las formas de gestión de nuestro
tiempo, tanto en lo que se refiere al que se dedica al trabajo remunerado como al
ocio o la vida familiar.
En relación con el trabajo, si bien se observa una tendencia generalizada en los países
desarrollados a la reducción del tiempo dedicado al trabajo remunerado, no está
demostrado que esa disminución obedezca fundamentalmente a la innovación
tecnológica. Antes bien, diversas investigaciones indican que la movilidad,
convergencia y conectividad que propician estas tecnologías están provocando que
se trabaje más y con más presión que antes, en particular los trabajadores con
ingresos más altos.
En el ámbito laboral, las tecnologías de la información posibilitan una mayor
flexibilidad, descentralización y autonomía, de manera que el trabajo cada vez está
menos vinculado con un espacio y un tiempo determinados. Ello facilita en muchos
casos una organización de las jornadas de trabajo mejor adaptada a las preferencias
individuales de los trabajadores. La contrapartida a esa mayor autonomía para
organizar las jornadas de trabajo es el aumento de la presión para estar
continuamente conectados y una paulatina disolución de la frontera entre la vida
personal y la profesional.
Los datos del INE (Encuesta de uso de TIC y comercio electrónico en las empresas
2011-2012) revelan que prácticamente la totalidad de las empresas españolas
disponen de conexión a Internet, y siete de cada diez, de página web. Bastante
inferior es el porcentaje de empresas que proporcionan a sus empleados acceso
remoto al correo electrónico, documentos o aplicaciones mediante conexión a
Internet: 56% (80% en el caso de las empresas de más de 49 empleados).
De hecho, el teletrabajo está todavía poco asentado en España. De acuerdo con los
resultados de esa misma encuesta, no llegan al 15% las empresas de menos de 50
empleados con personal que trabaje al menos media jornada semanal conectándose
mediante redes telemáticas externas, mientras que, según datos de la Encuesta de
Población Activa (EPA), solo un 4,5% de los trabajadores desarrolla más de la mitad
de su tiempo de trabajo desde casa.
Con artículos de autores como Francisco Abril, James Brusseau, Sam Ford, Enrique
Fernández-Macías, John Hurley y Donald Storrie, este número de Panorama Social
analiza algunos de los fenómenos sociales más relevantes provocados por la
expansión de Internet y las nuevas tecnologías.