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3 tecnicismos de un depósito estructurado

Los depósitos estructurados se están posicionando como una alternativa a la escasa rentabilidad

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Los depósitos estructurados se están posicionando como una alternativa a la escasa rentabilidad que actualmente ofrecen la mayoría de los plazos fijos. Los estructurados son productos de ahorro cuya remuneración depende de la evolución de unos activos subyacentes, es decir, que es variable. No obstante, a su favor hay que decir que tienen el capital garantizado.

Para comprender este tipo de productos hay que conocer una serie de palabras que suelen aparecer asociadas a ellos, como “cupón”, “subyacente” o “fecha de observación” y así saber qué se está contratando.

El cupón

En las fichas comerciales de los depósitos estructurados cuando se habla de rentabilidad se suele utilizar el término cupón. A diferencia de los plazos fijos, en los que la rentabilidad se expresa mediante la TAE, con los estructurados se suele utilizar la rentabilidad final, es decir, el tanto por ciento máximo sobre el capital invertido que se puede ganar. Eso es el cupón.

Por ejemplo, un depósito con un cupón a vencimiento del 4 % significa que en el momento de la liquidación de los intereses el cliente podrá ganar un 4 % sobre lo que haya invertido.

Los activos subyacentes

Se trata de los activos a los que está referenciado el depósito y de los cuales dependerá la rentabilidad final del producto. Suelen ser índices bursátiles o acciones. Por ejemplo, en un depósito referenciado a la acción de Banco Santander, ésta será el activo subyacente y su evolución marcará la rentabilidad final que el cliente podrá ganar.

La fecha de observación

El funcionamiento de los estructurados suele ser el siguiente: si en una fecha determinada el valor de los activos subyacentes es igual o mayor al que tenían al inicio del plazo, la rentabilidad será mayor; por el contrario, si en dicha fecha el valor ha bajado, la rentabilidad será menor.

A esas fechas en las que se comprueba cuál es el valor de los subyacentes se les llama fechas de observación y son el momento exacto en el que la entidad fija el valor de referencia inicial de los activos y el valor de referencia final para calcular si estos han subido, se han mantenido igual o han bajado.

En cualquier caso, lo que no hay que olvidar es que los depósitos estructurados, a diferencia de los depósitos bancarios tradicionales, no tienen una rentabilidad fija garantizada de antemano e, igual que se puede ganar un interés por encima de la media, se puede acabar ganando un “0 %”.