Una historia pequeñita
Es la historia pequeñita
de una Virgen Nazarena
que era pobre y muy bonita
que era humilde y era buena.
No, no hay milagros,
hay un cariño,
Dios es un niño
mecido entre pajas
y ella es humilde
sin sedas ni alhajas
como mi madre,
que reza y trabaja,
como mi madre
que reza y trabaja.
Maria Bambina
De Santa Ana y San Joaquín
nació, del cielo, una estrella,
una preciosa niñita,
como una blanca azucena,
vestida con luz de Sol,
rondada por luna llena.
Sus ojos recién abiertos
tienen mirada serena,
contemplan el infinito
desde su cuna-saleta;
ojos misericordiosos
que piadosamente rezan
por los seres pecadores
que su intercesión esperan.
En su boca una sonrisa
anuncia la primavera,
en sus labios entreabiertos
fiat de amor aletea.
En silenciosa oración
su arrullo a la Altura llega,
es magníficat del alma,
la oblación a la Grandeza.
Está llena de la Gracia,
el Creador la contempla
y en su belleza purísima
su espíritu se recrea.
Esta niña pequeñita,
será una hermosa doncella,
de castidad cristalina
para cumplir la Promesa.
Es la esclava del Señor,
humilde, en total entrega,
y el Amor abre sus alas
para hacerla misionera.
Sus inocentes manitas,
de misericordia llenas,
ofrecerán el Rosario
para alcanzar, con sus perlas,
la mansión predestinada
por su amable providencia.
Será su vientre el grial
que albergará la Belleza,
futuro de salvación
que en un cuerpo de hombre llega.
Niña Pura, Inmaculada,
Niña de Dios, Niña buena,
Niña de Gracia Divina,
que Dios regala a la tierra;
y será corredentora,
abogada y madre nuestra.
Esta niña pequeñita,
bella y celestial princesa,
será, por su abnegación,
Reina de cielos y tierra.
Ella es hija de Dios Padre,
del Hijo madre perfecta,
del Espíritu es la esposa
y en la Trinidad se alberga.
Por su humana lealtad,
por su honestidad sin tregua
y por su perpetuo amor
¡bienaventurada sea!
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