Érase la mar desierta, sólo mar;
que un dieciocho parió etérea nave;
y hoy enseñorea el horizonte vital.
Robustas velas en esmeralda luce
y bandera pirata sin esqueleto;
delante, valiente, una Victoria Alada…
– «que hizo de Samotracia ruinas.» Dicen
estos viejos marineros temerosos.
– «Decapitó a la Infranqueable, ganó lides,
y socorrió a apenados y zozobrantes.»
Y aún se ignora que si por miedo bien
o por amor también, la tropa alce orante:
«Pateras que buscan la Fe
allá donde nada se asoma.
Ya que hay Barlovento, Niké:
recoge estas almas piadosas
que a bordo invocan: ¡Oh, Spes!
Llévalos con el Nazareno»
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