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15 M

La pregunto el Jueves 18 a una amiga que reside en Barcelona: “¿Qué opinas del ‘Movimiento 15 M’”?. Me responde el Viernes 19: “Ahora mismo acabo de llegar de Plaça Catalunya y ayer también estuve, por curiosidad, para saber cuál es el ambiente. La verdad es que hoy estaba a tope y el perfil de […]

La pregunto el Jueves 18 a una amiga que reside en Barcelona: “¿Qué opinas del ‘Movimiento 15 M’”?. Me responde el Viernes 19: “Ahora mismo acabo de llegar de Plaça Catalunya y ayer también estuve, por curiosidad, para saber cuál es el ambiente.

La verdad es que hoy estaba a tope y el perfil de gente era más variado, el ambiente “indignado” pero festivo, se respiraba aquella sensación positiva que se tiene cuando haces tuyo un espacio público, la gente se sienta en el suelo, charla de lo que le preocupa, se siente protagonista, participativa, etc. …

El fondo es positivo y compartido por muchos, lo que me hace pensar más es el cuándo, porqué ahora y sobretodo quién va a aprovechar toda esta corriente… porque seamos sinceros lo único que une a la gente aquí es el hartazgo pero y después qué… cuando empiecen a proponer empezarán también las divisiones, a medida que el movimiento sea menos espontáneo y se vaya organizando, más tics de un color o de una tendencia tendrá… a parte, las soluciones o más bien deseos de los manifestantes no sé si son muy realistas. Estoy atenta, observando y a la expectativa. Será importante saber si mañana y el domingo no va a haber problemas (espero que las autoridades no sean tan suicidas de querer desalojar a la gente… eso les daría más fuerza) y si el movimiento continuará después del 22 M y cómo se articulará a partir de entonces… si irá languideciendo o fortaleciéndose con el tiempo.

¿Y tú?”

Me extiendo un poco en mi respuesta: “Pienso que el nombre que cuadraría a esta grupo heterogéneo sería ‘El Movimiento de los Indignados’: cada participante está indignado por una serie de cosas, algunas muy variopintas -sólo hay que ver el manifiesto que emitió la concentración de Madrid: derogación de la ley antitabaco, del proceso de Bolonia, …-, no es, ni algo estructurado, ni algo coordinado; además problemas que se debaten en esas concentraciones ya existían hace tiempo, como el undermileurismo, sin embargo no salían. Ha sido una acumulación de cosas negativas a nivel individual que alguien ha puesto de manifiesto a través de alguna de las vías posibles en Inet y que a otro alguien se le ha ocurrido que podría dar lugar a una manifestación -de reunión, no de manifestación como tal- en un lugar; a partir de aquí, y como existe base: la crisis sistémica y sus innumerables manifestaciones personales, el proceso se ha ido realimentando.

Hay quien dice que tampoco en Mayo del 68 existía una estructuración, ni una coordinación; la enorme, brutal y galáctica diferencia es que en 1968 se estaba viviendo el máximo de una rama expansiva de la economía planetaria que había comenzado tras la II Guerra Mundial, que aquellos jóvenes palpaban -aunque fuese a nivel inconsciente- que cuando acabasen sus estudios iban a tener un empleo, que su rebeldía era contra unos modos de hacer burgueses y burocráticos desarrollados por miembros del establishment anclados en el inmovilismo. Aquellos jóvenes querían arte, libertad, sexo, otro mundo en el que pudieran hacerse otras cosas de otra forma: “Il y avait un jardin qu’on appelait la terre …”. “Prohibido prohibir”, y “Parad el mundo: quiero bajarme” llenaban las paredes de La Sorbonne y del Quertier Latin, pero la tasa de paro era prácticamente nula y aquellos jóvenes sabían que mañana iban a poder continuar viviendo como hoy.

Claro, claro, la disponibilidad de bienes de consumo era limitada: en el 68 pocos franceses tenían acceso a un Citroën DS Convertible, y hoy prácticamente quien ha querido ha podido ser propietario de un Citroën DS 4, es decir, hoy, a diferencia de entonces, hemos acabado un modelo en el que casi todo el mundo ha podido tener acceso a lo que ha querido porque le han permitido endeudarse hasta donde le ha apetecido, un casi todo-el-mundo cargado de deudas, tal vez en paro o con una cierta probabilidad de estar mañana desempleado, y con unas expectativas de continuar así, o peor. En algo se asemejan Mayo del 68 y Mayo del 2011: entonces se estaba a punto de empezar un declive que luego fue ‘arreglado’ con crédito, hoy se está en un declive que no puede ser arreglado con nada: el colmo de los colmos: en el 2010, en España, la renta disponible decreció el 4% en términos reales, sin embargo el consumo aumentó el 4%, ¿cómo si es imposible conseguir un crédito?, pues deshaorrando.

Más del 50% de las personas presentes en esas concentraciones -urbanas- son personas con edades entre 20 y 30 años. La pregunta: ¿están porque están hartas, o están porque no pueden continuar con la vida que llevaban aunque fuese precaria?. Para mi tendrían mucha más credibilidad si marchasen por la Castellana, o por el Pasero de Gracia, gritando algo así como “¡Trabajo, sí; corrupción, no!”. Hoy no se puede protestar por protestar, en el 68 sí: era lo que tocaba. Hoy hay que aportar ideas, soluciones, por ello es precisa una coordinación; sino, alguien monopolizará ese movimiento o parte de él y lo instrumentalizará comprando a sus participantes con 30 monedas; hoy la ‘Revolución Permanente’ ya no está de moda porque su momento pasó (pero el problema es que ni la idiosincrasia actual ni el momento son propicios a una coordinación revolucionaria).

¿Consecuencias que tendrá este Movimiento?, pienso que el endurecimiento de las normas para protestar. Lo que ha sucedido puede ser un argumento perfecto para prohibir ciertas manifestaciones, ciertas protestas, ciertas concentraciones, ciertas consignas realizadas de ciertas maneras; por el ‘bien común’ evidentemente. Es decir, para regular más, para dirigir más, para acotar más, para constreñir más. Y a esto favorece algo: hoy gran parte de la población se halla anestesiada tras más de dos décadas de consumo fácil y de crédito barato. Las últimas verdaderamente importantes y masivas protestas populares habidas en Europa fueron los disturbios ocurridos en The UK -fundamentalmente en Londres- en Marzo de 1990, contra el Poll Tax, 1990: antes de que empezase la fase del ‘Lo quieres, lo tienes’”.

Añado: el Movimiento 15 de Mayo, tal y como está planteado, pienso que pasará. Hace falta mucha hambre para mantener activo un movimiento de estas características, máxime teniendo en cuenta que, a pesar de los recortes, algo del modelo de protección social seguirá estando ahí por lo que algún subsidio siempre será posible; y máxime teniendo en cuenta que hoy el poder cuenta con instrumentos que en Paris, en el 68, aquellos corajudos CRS no podían ni imaginar.

“Sous les pavès, la plage”, se decía en Mayo del 68, pero luego se vio que no: tras unos días de carreras M. Mitterrand aceptó un acuerdo que compraba la paz social, los trabajadores volvieron a las fábricas, y aquello se acabó porque tampoco era tiempo de la revolución permanente. Luego, con el tiempo, en los 80, muchos de los que tiraban piedras a la poli y que querían hacer el amor y no la guerra pasaron a ocupar cargos importantes tras pesadas mesas y se volvieron más burgueses que aquellos a quienes habían criticado, muchos, no todos. (Y bastantes de aquellas/os aún siguen ahí). Salvando las distancias, ¿sucederá ahora algo parecido con el Movimiento 15 de Mayo?.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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