Son variados. Cambia su temática, claro, pero denotan preocupación: por cosas que pasan, por cosas que suceden en la calle, a cada momento. Son historias, ya, pero, en realidad son algo más.
* – Me escribe una amiga; es una persona encantadora, visceral, vive lo que hace y hace lo que vive: “Conozco a una mujer que la desahuciarán en breve y me está afectando mucho. Estoy no ofuscada, no, negra. Pienso apoyar, como pueda, a (nombre de dos organizaciones que luchan para que una deuda hipotecaria pueda finalizar con la devolución de la misma). Esta sangría debe acabar. Los de los bancos son unos usureros desalmados. Te diré más: son malas personas. Están arrojando a la calle a miles de familias que además deberán continuar pagando cientos de miles de euros. Los están condenando a la marginalidad. Esto ya no se puede permitir más. El Gobierno gobierna para los ciudadanos. No para los bancos. Suerte que hay jueces que empiezan a dictar sentencias como Dios manda”.
Mi respuesta: “Esas plataformas, pienso, son perder el tiempo: los precios de los créditos fueron los que fueron y son los que son porque el tomador responde siempre con todo, si no fuese así los precios de los créditos hubieran sido mucho más elevados … luego se hubieran concedido muchos menos créditos … y se hubiese crecido mucho menos … y ‘España no hubiese ido bien’. Esos créditos que ahora ahogan a muchas familias son los que posibilitaron que España creciese y que muchas personas pudieran materializar sus sueños: ‘Lo quieres, lo tienes’, ¿cómo explicas, si no, que no hubiesen disturbios sociales en España si los salarios crecieron tan sólo un 0,7% en términos reales entre 1996 y el 2006?, pues porque a la gente le dieron créditos para consumiese de todo e hiciese que ‘España fuese bien’”.
* – Me escribe un joven: “Me gradué en 2009, he estado un año y medio viviendo en EUA haciendo un postragado en Berkeley y unas prácticas en una empresa de logística en Oakland.
Llegué en Navidad y llevo una semana trabajando en (Nombre de una compañía multinacional) como “gestor junior logística”. En la oferta de trabajo, el nombre del puesto “sonaba bien”, pero en realidad hago de administrativo básico. Mis compañeros de equipo provienen de ciclos formativos y siento que estoy en un entorno muy mediocre y poco competitivo.
¿Es un paso imprescindible estar subempleado temporalmente para optar a puestos para los que te has formado?. ¿Realmente he de hacer trabajos de mierda si quiero incorporarme al mercado laboral?. ¿Qué cojones hago? ¿Qué me recomienda?”.
Mi respuesta fue breve:
“No lo es, o no debería serlo, y, de hecho, para algunos no lo es. Mover tus contactos y largarte de ahí: no vas a aprender absolutamente nada y cada día que pase se van a devaluar tu experiencia y tus conocimientos”.
* – Me escribe una amiga (otra): “(…) voy al Macba y cada vez está más vacío (me refiero a las salas, no sólo al público), mientras desde la rampa y a través de la cristalera, como si estuvieras en una pecera o dentro de un búnker, ves cómo va depauperándose de forma cada vez más rápida el barrio del Raval. La otra noche fui a una inauguración en la calle Joaquim Costa (darse una vuelta por ahí y/o utilizar el metro y cercanías te puede dar una idea del ambiente). Peleas de indigentes borrachos delante de las terrazas de los bares de la Plaça dels Àngels, venta y consumo de droga, robos… un muy mal rollo hasta que coges el metro de vuelta a casa”.
Conozco muy bien a esa persona y no, no es racista, ni xenófoba, también conozco esa calle, y ese barrio, y lo peor es que tiene razón. ¿Qué sucederá mañana, cuándo los presupuestos sean menores, cuándo haya aún menos fondos?, ¿qué sucederá con las zonas de las ciudades que habían sido recuperadas a golpe de presupuesto?. Mi amiga habla de Barcelona, pero seguro que Uds. conocen otras zonas de otras urbes donde podrían tomarse idénticas fotografías. Y va a peor.
* – Hace unos días una lectora me remitió un par de mails. Iban sobre el mundo sanitario, sobre el sector de la salud. Sus textos, debido a la gran cantidad de nombres y situaciones que detallan son irreproducibles, pero el contexto general es muy simple: se está produciendo un retroceso continuado e imparable en el modelo de protección social, también, evidentemente, en la vertiente de la salud. Mi respuesta fue la siguiente:
“Recortes, recortes, recortes, recortes; reducciones de gastos que ya no pueden ser atendidos porque se basaron en supuestos imposibles: crecimiento indefinido del PIB y dedicación continuadamente creciente de más fondos a un presupuesto sanitario que no cesaba de crecer, tanto por el mayor número de personas a atender como por el mayor número de años que esas personas vivían, y todo ello encarecido por una tecnología médica crecientemente sofisticada que llegaba adonde la profesionalidad no podía llegar.
A la imposibilidad de un crecimiento económico indefinido y creciente por lo limitado de los recursos, se une la necesidad decreciente del factor trabajo y el fin de la situación geopolítica que abonaba la existencia del modelo de protección social conocido; la evolución natural de esa nueva realidad: recortes y reducciones; empeoramiento en las condiciones medias de vida y empobrecimiento; y reducción en la esperanza de vida, de ahí que el argumento base de la reforma de las pensiones sea, pienso, irreal”.
* – Recientemente me remitió un lector un largo mail en el que, entre otras cosas me relató una práctica que, según parece, está en auge. Transcribo: “El otro día visité el propietario de una franquicia “Second Company” donde se compran, venden, empeñan todo tipo de bienes de segunda mano, incluso oro.
Pues bien, me comentó el propietario que ahora la gente necesita euros en mano que no tienen, pero si tienen una tarjeta de crédito de (nombre de una gran superficie) o de alguna cadena de establecimientos. Tienen crédito pero no tienen dinero, ¿y que hacen para conseguir dinero? Pues se ve que compran un televisor por poner un ejemplo por 899€, acto seguido van a la tienda de mi cliente con el televisor, la factura del (nombre de la gran superficie anterior) recién hecha para demostrar su recién compra para ver cuánto les dan. Suele darles el 70% del valor (unos 600€) para venderla rápidamente por 660€. Así, se consiguen 600€ frescos a sabiendas que se pagarán 899€ en cómodos 12 plazos sin intereses… o no se pagará por la pelota que se acabará haciendo.
También la gente le empeña cosas a un interés del 25% mensual. Es decir, le llevan un bien, les dejan 200€ para pasar el mes y a final de mes deben devolver 250€”.
En otro orden de cosas me dice: “Por la calle no hay ambiente. Era algo que hace tiempo detectaba pero que ahora mucha gente me comenta y afirma. Al menos en la zona de la comarca de (nombre de una comarca catalana) no ves a nadie por la calle en horas ‘punta’, a excepción del sábado. Calles céntricas de nombre de una ciudad de la comarca referida), de cualquier pueblo … así como que se ha disparado la venta de bicicletas. Cientos de bicicletas inundan las carreteras locales y comarcales las mañanas de todos los días … laborables!”.
(El último informe de la OCDE: en los momentos actuales decir que la economía española alcanzará en el 2026 el nivel de desempleo que tenía en el 2007 equivale a decir que no lo alcanzará jamás, aun asumiendo la patética calidad de mucho de aquel empleo (algo de lo que el informe no dice nada). Hoy hablar del 2026 es hablar de la Eternidad, de una entelequia. Ojo, el modelo dice eso, lo que no tiene sentido es suponer cosas que conducirán a situaciones como las de antes teniendo en cuenta que nos hallamos en una crisis sistémica, es decir, en un cambio de modelo).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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