“Me llamo … y soy orientador educativo en un Instituto público de secundaria en la provincia de (nombre de una provincia española) (…).
Mi trabajo es bastante diverso y pasa por asesorar al profesorado y a las familias. Una de las facetas que más tiempo consume en mi trabajo es la orientación académica y profesional de los alumnos y aquí empiezan los problemas. Se detecta en los últimos tiempos un interés mayor por parte de las familias y los alumnos en la formación de los estudiantes. Una gran mayoría piensan en la Universidad, un porcentaje pequeño en la Formación Profesional y algunos (cada vez menos, en salidas laborales sólo con el título de secundaria).
De los que quieren hacer bachillerato, muchos se inclinan por el bachillerato de ciencias (en general, están interesados en carreras biosanitarias, pensando que es lo que mejores expectativas laborales tendrá). Algunos de ellos, pocos, se interesan en carreras técnicas (Ingeniería y afines). De los restantes que quieren hacer bachillerato, muchos se inclinan por carreras de ciencias sociales (pero de antemano asumen que tendrán que opositar si quieren trabajar), los pocos que se inclinan por el bachillerato de humanidades conocen el poco halagüeño futuro que les espera, pero tienen la ilusión de profundizar en esos estudios aunque al final su futuro laboral no esté relacionado con lo que han estudiado.
Me gustaría, si es posible que me contestara a algunas dudas que tengo a la hora de asesorar a mis alumnos:
¿De verdad cree que las carreras biomédicas tendrán demanda en el futuro?¿Cree que la Formación Profesional es una alternativa mejor para un estudiante que la formación universitaria? ¿Qué sectores sospecha demandarán empleados en el futuro y qué formación necesitarán estos? Y por último una pregunta que muchos padres me hacen en los últimos tiempos ¿cree que nuestros hijos deberán emigrar si quieren trabajar en aquello para lo que se han formado?”
Mi respuesta fue la siguiente:
“El razonamiento de las familias y de las/los alumnas/os es lógico: a mayor formación mayores posibilidades de empleo, sobre todo si las opciones actuales de trabajo son tan insignificantes. El problema es que la demanda de trabajo es decreciente y la oferta creciente, por lo que tendrán mayores opciones de empleo (en el mundo, no en un punto determinado del mismo) las/los supermejores: las/los megacracks.
La Biotecnología y la Tecnogenética tienen un futuro esplendoroso, pero para aquellas personas que sean auténticas números uno, y desde luego, no en España, y ni el 0,1% de la población es número uno en algo; por tanto, ¿qué hacen quienes no lo son?.
Algo que nunca se dice cuando se habla de aumentar la productividad es que la demanda de trabajo decrece (y, cierto, aumenta, algo, la de las/los superbuenas/os), por lo que el desempleo tiende a aumentar. En los 80, cuando, por ejemplo en USA o en UK, aunque la productividad comenzó a aumentar con fuerza, el paro no creció porque los desplazados se ocuparon en el sector servicios, en empleos generadores de menor valor añadido y menor salario (en USA hay un montón de personas pluriempleadas en empleos precarios), pero ahora esa opción ha finalizado porque el consumo tiende a la baja: recursos disponibles en descenso y capacidad de endeudamiento agotada. En 30 años la productividad en la descarga de un buque en el puerto de Londres ha aumentado el 6.650% (no, no es un error), aquellos trabajadores desplazados se ocuparon en otros empleos, pero hoy esa vía está casi cerrada.
Nos estamos dirigiendo hacia un modelo de altísima eficiencia en el que la mejora de la productividad será el objetivo a fin de optimizar procesos. Biotecnología, Tecnogenética y Logística, pienso serán subsectores de futuro, pero para muy pocas personas. Luego está lo que yo denomino el Sector R: reparación, rehabilitación, recuperación, reciclaje, … que podrá ocupar aún a una cierta cantidad de factor trabajo, aunque con reducidas remuneraciones en la mayoría de los casos. Todo ello en un escenario de automatización creciente a fin de mejorar la productividad. A esto añada que los entes -y los fondos- públicos cada vez jugarán un menor papel.
No me he olvidado: las alumnas y los alumnos a quienes asesora, y sus familias. Pienso que a la gente hay que hablarle con claridad. El desempleo estructural, cuando la crisis finalice, pienso que va ser elevado: si se busca la eficiencia el subempleo no es provechoso, por lo que las chicas y los chicos tienen que tener muy claro de lo que son capaces, a donde pueden llegar y donde están”.
(Dinamarca, el pasado Miércoles. El Parlamento acuerda la reintroducción de los controles fronterizos propuesto por el Partido Popular Danés a cambio de que este grupo votase favorablemente la reforma de las pensiones. Lo de la ‘gimnasia’ y la ‘magnesia’, exactamente).
(Lenta pero inexorablemente va siendo configurado el nuevo modelo: el que va a sustituir al actual, sí: M. Jean-Claude Trichet manifestó ayer que sería deseable la creación de un Ministro de Economía europeo, un Doble Cero con la misión de supervisar que los miembros del euro adecuen sus gastos a los parámetros marcados y de que casen con los ingresos que vayan recaudando. ¿Empiezan a intuir como va a ser el modelo que viene?. Ya: no es casualidad quien ha sido el mensajero: un peso pesado que está a punto de irse).
(¿Por qué se alegran tanto algunas/os de que haya descendido el desempleo del factor trabajo en Mayo cuándo, en realidad, ha subido?. Dicen quienes se alegran que el paro descendió en 79.701 desempleadas/os, pero en realidad aumentó en 38.033. Es que, ¿saben?, ese tipo de datos hay que darlos desestacionalizados, y no es que los técnicos del Ministerio o, los del INE, en su caso, no los de así, lo hacen, pero la mayoría de quienes los airean no aclaran las cosas. Habría que preguntar el motivo, ¿no?).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.