Andres Cardenal, Sala de Inversión América.
En muchas ocasiones los inversores escuchan lo importante que es aprender a controlar los riesgos cuando se opera en los mercados. Cualquier persona que apueste en los mercados y que tenga experiencia sabe que el control del riesgo puede suponer la diferencia entre una estrategia exitosa y otra que fracase.
Incluso las mejores estrategias tendrán que sufrir de vez en cuando pérdidas o períodos con varias posiciones cayendo de forma continua. Por ello, la clave es poder mantenerse durante los momentos difíciles sin sufrir grandes sangrías en el capital.
Si la estrategia es coherente, los momentos más complicados pasan y llegan etapas mejores, por lo que es imprescindible contar con el capital suficiente para aprovecharse de los períodos alcistas. En este escenario, se han realizado muchos estudios estadísticos y todos coinciden en que aprender a gestionar los riesgos es un factor primordial en toda inversión.
Existen diversos criterios para gestionar los riesgos, como es lógico, cada uno con sus ventajas pero también sus desventajas, por lo que cada criterio dependerá del estilo y el perfil del inversor. En este caso, se va a analizar un modelo muy sencillo pero valioso, ideal para operadores activos, que se relaciona con el volumen de las posiciones.
En general, los inversores más activos de corto o medio plazo suelen usar intensamente el análisis técnico, que les ayude a identificar posibles soportes y resistencias para sus posiciones. Es decir, conseguir que en un determinado nivel de precios no debería ser vulnerado a la baja en caso de que la posición siga mostrando una tendencia alcista.
En otras palabras, cuando el soporte se rompe a la baja es de esperar que las cotizaciones continúen cediendo. Por eso, es necesario colocar un stop loss debajo del soporte, pues es esta es la zona que generaría más problemas adicionales en su posición.
A modo de ejemplo, un inversor decide comprar un activo a un precio determinado y pone un stop a sus pérdidas en el 10% del valor inicial. Este caso sería comprar acciones a 100 dólares con un stop en 90, y allí se disparará la orden de venta.
Ahora bien, hay que calcular, además, el tamaño de la cartera que supondría tal pérdida. La gestión de riesgos tiene como clave conservar el capital, por lo que hay que considerar a la cartera como un conjunto cuando se lleva a cabo la estrategia. De forma general, los expertos consideran como más prudente no arriesgar más del 1% del total en cada operación y es muy recomendable, a su vez, mantener el riesgo de cada operación por debajo del 5% del patrimonio que se tiene en juego.
De este modo, un inversor conservador podría tomar una posición del 10% de su cartera puesto que ese nivel de pérdida supondría un 1% del total. Por ello, alguien que busca más riesgo, podría estar dispuesto a apostar el 5%, lo que implicaría un 50% del tamaño.
Es válido, también, mantener la dimensión de cada operación y ajustar los niveles de stop loss con un riesgo adecuado para cada uno. Hay que recordar que existen muchos criterios distintos para tomar estas decisiones, aunque la ecuación que no se puede perder de vista siempre es: Pérdida de la cartera= Pérdida de la posición x Porcentaje de la cartera invertido en la posición.
Todo depende de que cada inversor analice cuál es el nivel de riesgo que quiere correr y adapte su cartera en esa dirección. De esta forma, podrá minimizar sus pérdidas cuando los mercados se muevan en distinta forma a la que planeó.