Después de meses de negociaciones, la saga de la deuda griega parece estar alcanzando su punto crítico. Ambas partes rehúyen mayor compromiso e insisten en acusar al contrario, mientras el imposible pago de Grecia al FMI a finales de mes se avecina.
La reunión de emergencia entre la eurozona y el gobierno griego no produjeron aparentemente “casi progreso”. Añadiendo más leña al fuego, se publicó la lista de condiciones de los acreedores en la que se mostró que el plan estatal de pensiones sigue siendo el área de mayor disputa entre las dos partes. Por un lado, los griegos están intentando desesperadamente proteger su sistema de pensiones y fue además fue el reclamo electoral clave de Syriza, pero esto irrita a sus acreedores ya que el gobierno es insolvente y su plan de pensiones es considerado uno de los más generosos en el conjunto de los 28 estados de la Unión Europea. Lo que debilita a los griegos es el hecho de que negocien abiertamente un alivio de la deuda de este último tramo de fondos en los próximos días. Esto hace que dé la impresión de que quieren coger dinero prestado para apuntalar un plan de gasto insostenible y pedir una quita de la deuda en los próximos años.
El documento mostró que ha habido concesiones por ambas partes (incluyendo el acuerdo de los acreedores de no recaudar una tasa del 23% de IVA en la electricidad), pero todavía resulta bastante incierto saber si se llegará o no a un acuerdo.
Imponer más austeridad en una economía ya en contracción no tiene sentido económico ni moral
Las lecturas sobre el tema están dividas en función de las líneas políticas. Las capitales europeas y el FMI ven a Grecia como un cabezota, y dicen que debe reformar su economía y cortar el gasto para entrar en el mundo moderno. Del mismo modo, el argumento de Grecia de que una mayor austeridad sería improductiva empieza a encontrar adeptos entre los líderes economistas. Destacan Paul Krugman y Simon Wren-Lewis quienes han argumentado que imponer más austeridad en una economía ya en contracción no tiene sentido económico ni moral.
Con ambas partes atrincheradas en sus argumentos opuestos, parece simple asumir que Grecia tiene la posición más débil y que, en consecuencia, cederá ante las demandas. Sin embargo, la realidad no es tan simple.
Grecia puede que quiera no afrontar su pago más de lo que los acreedores asumen. Las encuestas que afirman que el electorado griego quiere quedarse en el euro, incluso con el coste de la austeridad, serán probablemente ignoradas por Syriza. Después de todo, ellos ganaron las elecciones con la premisa de terminar con la austeridad.
Los acreedores griegos parecen operar en la idea de que cualquier contagio de un posible impago de Grecia sería limitado. Y, aunque esto probablemente sea lo correcto en el corto plazo, ignora el hecho de que la salida de Grecia sentaría un precedente para futuras crisis, dejando al descubiertos los fallos fundamentales del euro. “Los mercados no son ciegos a esto. La amenaza de un impago tendrá un precio permanente en los rendimientos de la zona euro, a pesar de la anestesia del BCE” destaca Ranko Berich, jefe analista del grupo financiero Monex Europe. Además, también esta el tema de los 200 billones de euros en préstamos bilaterales del FMI y el EFSF. Grecia tendría pocos incentivos para devolverlo si sale del euro.
Por último, existe otro argumento para Grecia, el euro y su compromiso. Durante los siete años desde que comenzó la crisis financiera en 2008, se ha fracaso a la hora de dar una solución a los problemas de deuda de la eurozona. Pero, para dar cierta perspectiva, merece la pena recordar que hace apenas ochenta años Europa solucionó sus diferencias de otra forma completamente diferente. El proyecto europeo ha traído paz, seguridad y prosperidad en estandartes globales e históricos. Esta claro que hace varias décadas las cosas en Europa eran peor.
La integración económica ha sido un componente esencial de este progreso, con el euro a la cabeza. Sin métodos de transferencia fiscal y sin intención de usar la depreciación de la moneda como válvula de escape para las economías con dificultades, una mayor integración económica estará en terreno inestable si Grecia se echa a un lado.
Las bases para un compromiso claro existen. Grecia parece dispuesto a cumplir con las reformas sustanciales de su economía y sobre la sostenibilidad fiscal, pero debe abandonar a sus “vacas sagradas” (pensiones y sueldos). “Más allá de la retórica, la eurozona es la que más tiene que perder. Billones en capital, la credibilidad del euro y el proyecto europeo están bajo una mayor presión de la que Merkel, Junker y compañía parecen creer” remata Ranko Berich.
Sobre Ranko Berich,
Ranko Berich es jefe analista de mercados en el grupo financiero Monex Europe. Se encarga del desarrollo de estrategia y de las previsiones del mercado de divisas así como de análisis macroeconómico y de mercados. Monex Europe es líder europeo en cambio de divisas y especialista en pagos internacionales, ofrece operaciones mismo día, spots, y forwards a clientes corporativos: compañías cotizadas en el FTSE, instituciones financieras, empresas internacionales, gobierno y organizaciones sin fines de lucro.