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Productos bancarios bajo sospecha: los bonos estructurados

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A día de hoy los despachos de abogados y los juzgados están repletos de denuncias y sentencias judiciales debido a las fraudulentas estrategias de convencimiento y pillaje de las entidades bancarias hacia los usuarios.

Malas practicas en el ofrecimiento de los productos bancarios ocultando la verdadera información a los clientes de las entidades para propiciar la firma de contratos fraudulentos como son en el caso de los clips hipotecarios, los fondos buitres, las cláusulas abusivas como las cláusulas suelo, las participaciones preferentes o los bonos estructurados.

Los bonos estructurados, como muy bien define la federación de consumidores andaluza no es otra cosa que: “Productos muy complejos, en los que por lo general, si no existe garantía del capital, el consumidor asume un riesgo muy elevado de pérdida patrimonial. Los productos estructurados se componen de un bono con cuyos intereses se compra una opción que es la que aporta la rentabilidad en caso de que se dé la condición del producto. Cuanto más alto es el cupón que paga el bono, más rentabilidad puede dar el producto”.

Una definición muy acertada y clara de lo que son los bonos estructurados y que deja entrever las intenciones de las entidades ante la contratación de dicho producto. En los bonos estructurados podemos distinguir los que garantizan que no habrá ningún tipo de perdida de capital frente a los que prevén una pérdida hasta total del capital del inversor.

Ante la falta de claridad y de garantía de capital, junto con la “necesidad” de contratar participaciones preferentes como producto bancario estrella del bono, es lo que, a día de hoy, ha llevado a una situación similar a la que encontramos con las participaciones preferentes para aquellos inversores de bonos estructurados.

En esta situación cabe destacar que, al igual que los inversores de preferentes, el inversor medio en bonos estructurados también desconocía las intenciones de las entidades y/o representantes así como el desconocimiento real sobre dónde estaba invirtiendo. Un proceso repleto de interrogantes e irregularidades cuyos afectados directos son los usuarios inversores del producto financiero.

Si nos encontramos en una situación como esta, en la que nuestro capital ha sido perdido por la culpa de las estrategias manipuladoras de los bancos, es posible ganar un juicio. Al igual que ocurre con las participaciones preferentes, cuando nos “vendieron” el bono estructurado ocultaron parte de la información relevante y de alto riesgo, poniendo solo en bandeja aquella información dulce para los oídos de un inversor en el que nuestro capital aumentaría. Ante la mala práctica bancaria es importante contar con la profesionalidad de un especialista en derecho bancario y financiero.

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