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Por qué pienso que el yen bajará aún más

marshall gittler
marshall gittler
El yen lleva cayendo algún tiempo. En términos de paridad de poder adquisitivo (PPP), ahora está seriamente infravalorado: si promediamos su valoración PPP calculada utilizando precios al consumidor, precios al productor y la metodología de la OCDE basada en una cesta de productos, el yen es la divisa más infravalorada de todas las del G10. ¿Realmente puede caer aún más?

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En mi opinión, sí. La divisa estuvo seriamente sobrevalorada durante años y no veo problema en que también se mantenga seriamente infravalorada durante años. La cuestión es que en Japón el crecimiento es estructuralmente lento, y por tanto mi expectativa es que los fondos de inversión se trasladen a alguna otra parte en busca de retornos más elevados, haciendo que el yen se debilite.

En mi opinión, sí. La divisa estuvo seriamente sobrevalorada durante años y no veo problema en que también se mantenga seriamente infravalorada durante años. La cuestión es que en Japón el crecimiento es estructuralmente lento, y por tanto mi expectativa es que los fondos de inversión se trasladen a alguna otra parte en busca de retornos más elevados, haciendo que el yen se debilite.

Los flujos de salida de cartera siguen sin tregua ya que los inversores buscan en ultramar retornos más altos en bonos y acciones. Tres cuartas partes de las salidas de inversiones de cartera van a bonos extranjeros, la mayor parte de los cuales probablemente fluyan hacia los EEUU, donde las rentabilidades son más altas que en Japón, más que a Europa, donde las rentabilidades son igual de bajas si es que no más. Al mismo tiempo, las salidas de inversión directa sólo pueden ir a más. La población japonesa está menguando, por lo que las empresas que busquen crecimiento habrán de incrementar sus operaciones en el extranjero.

Es verdad que el superávit por cuenta corriente está subiendo una vez más, pero eso no necesariamente es algo bueno. Sube porque las importaciones japonesas están cayendo, no porque suban las exportaciones. Por el contrario, las exportaciones siguen cayendo, aunque no tan rápidamente como las importaciones.

El motivo por el que bajan las importaciones es simple: los precios del petróleo están cayendo.

Hasta ahora las autoridades tenían dudas respecto a permitir que el yen se debilitara más, porque los elevados precios del crudo, en yenes, se estaban convirtiendo en un lastre para el país. Pero con precios mucho más bajos, ahora podrían estar dispuestos a tolerar un yen más débil para impulsar las vacilantes exportaciones y la industria japonesa. Con el país entrando y saliendo de recesión, Japón necesita el impulso de sus exportaciones para sostener la demanda. Como muestra el siguiente gráfico, en los últimos años las exportaciones netas apenas han supuesto contribución alguna al crecimiento.

Contra este telón de fondo de una demanda doméstica frenada por los cambios demográficos estructurales, mi expectativa es que el Banco de Japón tendrá que hacer su parte para poner de nuevo en movimiento la economía japonesa.

Además, el Banco de Japón (BoJ) no ha alcanzado en absoluto su objetivo de inflación. Aunque la subyacente (excluyendo alimentos y energía) ha visto un leve repunte últimamente, la cifra general de inflación está de nuevo en cero.

Para empeorar las cosas, la gente está comenzando a perder la fe en el BoJ. El porcentaje de gente que esperaba que los precios fueran más altos a un año vista comenzó a subir antes de que el primer ministro Abe resultara elegido por primera vez, ya que esperaban de él que metiera presión al BoJ para que relajara más la política monetaria. La designación de Kuroda y el inicio de la QQE fomentaron una amplia confianza en que la deflación finalmente iba a terminar. Pero esa confianza ha comenzado a flaquear, ya que comprar bonos durante años no ha conseguido reactivar la inflación.

Enfrentados con una economía que se estanca y una persistente deflación, el BoJ probablemente tendrá que responder incrementando una vez más su programa QQE: en esta ocasión quizás rebaje las tasas de interés por debajo de cero, como ya han hecho varios países europeos. Las tasas de interés negativas tienen un impacto más directo en la moneda que las compras de bonos. Mi expectativa es que tal decisión únicamente alentaría nuevas salidas de capital.

En definitiva, al ir menguando la población japonesa y estancándose la economía, mi expectativa es que se aceleren los flujos de salida de capitales, ya que tanto inversores como fabricantes mirarán hacia fuera en busca de mejores oportunidades de crecimiento. Es probable que el BoJ juegue un papel en esto al relajar aún más su política monetaria para sacar al país de la deflación, con los inevitables efectos de rebosamiento sobre el yen. Mi visión del yen es que se debilitará más en 2016.

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