Es bueno saber que aunque haya muchos conflictos entre los adultos, en el mundo son más las personas que se quieren
Cuentan que en tiempos de los antiguos romanos los muchachos y las muchachas se juntaban un día, como el 15 de febrero. Se juntaban, se miraban a los ojos, jugaban y se decían cosas bonitas, así como se dicen los papás y las mamás que se quieren mucho.Cuentan que se querían tanto como el dios Zeus quería a la diosa Hera. Esos eran sus cuentos. Cuentan también que en tiempos de los romanos había un obispo a quien le gustaba que los muchachos y las muchachas se quisieran. El obispo Valentín era un viejo sabio que les daba consejos de cómo quererse mejor, y por eso los muchachos y las muchachas lo querían mucho.
Él sabía que el amor ponía contentas a las personas, pero también cuentan que un 15 de febrero le cortaron la cabeza quienes no creían en el amor, y ese día los pajaritos y las pajaritas se empezaron a juntar en parejas, y otros animalitos también.
¿Qué ES EL AMOR?
El amor es como el pegamento, mantiene unidas las partes de las familias, de las ciudades, de los países, del mundo…
Una de las primeras palabras de amor encontradas en el mundo es uno de los llamados «jeroglíficos» del antiguo Egipto.
Un jeroglífico es una forma de decir cosas con figuras, y la figura del amor era una boca, un hombre con la mano en la boca y un gancho. Esto significaba «querer, elegir o desear».
Desde entonces, amor significa querer estar con alguien, desear que alguien esté con nosotros… y muchas cosas más.
QUERER Y CONOCER
Querer y conocer son dos cosas que van juntas. El profesor Erich Fromm, que dedicó su vida a entender a las personas, decía que si no se conocía a una persona, cosa o país, no se le podía querer.
Por eso, todo lo que servía para que las personas se conocieran mejor servía para que las personas se quisieran y no anduvieran de peleoneras.
LA CONFIANZA
Para conocerse y quererse, las personas deben tener confianza unas en otras. Confianza es que tú te animes a decirle a otra persona cómo eres, qué te gusta y qué no te gusta, qué te da miedo y qué te da alegría, qué es para ti importante… Todo esto sin temor a ser criticado o rechazado. Esto ocurre en las familias, entre los novios, los amigos y tus papás.
LOS REGALOS
El Día de San Valentín, muchas personas andan como locos compre y compre cosas para regalar. Pero ¿sabes qué significan los regalos?… Los regalos son cosas sencillas que expresan lo que muchas veces las personas no pueden decir fácilmente.
LOS ABUELOS
En Montebello, el abuelo Maximiano Garnica cuenta que cuando conoció a la abuela los padres de ella no los dejaban verse. En un pueblo de Zacatecas, México, él era panadero y por las tardes iba a ver a su novia a escondidas. Llegaba en la bicicleta al corral de la casa y platicaban a través de la cerca de piedra. El abuelo se aseguraba de llevar unos panes de los llamados «picones». No eran para regalárselos a su novia, sino para tirárselos a los perros para que los dejaran en paz platicar un rato.
SAULITO Y ZINNIA
Zinnia se había venido a Los Ángeles con su mamá. Saulito se quedó en La Unión, El Salvador. Eran dos muchachos que se querían mucho y querían estar juntos.
Saúl se las arregló para irse primero a México. Ahí trabajó un poco, luego siguió el camino, hasta que llegó a Los Ángeles. En LA no tenía trabajo ni muchos amigos, pero se encontró con Zinnia.
Zinnia aún estaba en la secundaria y no tenía mucho dinero, pero se guardaba el dinero de su almuerzo para comprarle pollo a Saulito… Cuando Saúl encontró un trabajo se casaron.
CUANDO TE LLEGUEN CIEN CARTAS
La tía Aurora y el tío Isaías, de Wilmington, se conocieron hace muchos años en Purépero, Michoacán. A ella le decían «la güera» y era la muchacha más bonita del barrio de la Yerbabuena.
Cuando Isaías se vino a trabajar a California, la güera se quedó muy triste. En ese tiempo no había teléfonos celulares y era muy caro hablar de larga distancia. La güera se desesperaba, aunque Isaías le mandaba cartas y fotos.
Un día, Isaías le escribió diciendo que cuando llegaran cien cartas él regresaría para casarse.
La güera empezó a pegar las cartas en la pared. Fueron llegando más y más cartas, hasta que después de la 99, ya no hubo más.
Le preguntaba al cartero si no se le habría perdido una carta, pero el cartero le decía que no.
Unas primas la empezaron a molestar diciéndole que Isaías ya no regresaría, que a lo mejor se había encontrado otra güerita en California.
Todos los chismes terminaron cuando un 14 de febrero se paró en la puerta de su casa un auto rojo nuevecito de donde bajó Isaías con un sobre; en el interior venía una carta y unos anillos con la pregunta: «¿Te casas conmigo?».
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