Cada vez existe un lazo más social entre padres e hijos. Así lo indica una encuesta realizada por Pixmania entre sus usuarios de cara al Día de la Madre. Read the rest of this entry »
(450)
Cada vez existe un lazo más social entre padres e hijos. Así lo indica una encuesta realizada por Pixmania entre sus usuarios de cara al Día de la Madre. Read the rest of this entry »
(450)
¡Cómo quisiera estar ahí!:
Son las 21:00 horas. Alfonso va saliendo de su oficina. Le esperan 20 o 30 minutos más de camino a casa.
– A lo mejor de nuevo me encontraré con todos acostados, piensa. Quizás cuando sean más grandes será diferente. ¿Cómo le habrá ido a la Valentina en el doctor? No alcanzó a llamarla, ahora quizás ya no vale la pena, ya está por llegar. Su mujer a veces no entiende, dice que es pesado tirar la carreta sola, que su autoridad está desgastada, que no se la puede con Gabriel, que es muy inquieto.
– ¿Qué se puede hacer? Son tiempos duros, ahora que soy más joven puedo trabajar más. Bueno, el fin de semana voy a poder estar con ellos, las vacaciones las voy a aprovechar bien, al fin y al cabo trabajo para ellos…
La familia es nuestra primera prioridad. Pero ¿vivimos como si lo fuera? Quizá está en el primer lugar en nuestros corazones, pero claramente no en nuestro tiempo. Así, las buenas intenciones se diluyen en el día a día. ¿Cuánto tiempo necesita un hijo a su padre? ¿Qué necesita un hijo de su padre? ¿Es posible equilibrar trabajo y familia? ¿Somos indispensables?
Un padre enfocado en la familia…
Los estudios muestran que, mientras más interesado es un padre en su familia, más «tironeado» se siente por el trabajo. Lo que agrega una nueva fuente de preocupaciones: ¿les estaré faltando a mis hijos?
Sin embargo, las investigaciones también muestran que esa persona obtiene en el mediano plazo más satisfacciones de la vida familiar. Y curiosamente tambien suele hacer carreras laborales más estables y exitosas.
Revisión del propio mapa:
¿Desde dónde partimos nuestro viaje hacia la paternidad? Desde un padre cariñoso, pero distante; desde un padre autoritario y divertido; desde un padre muy cariñoso pero muerto tempranamente, desde un padre entrañable…
Las investigaciones muestran que los padres que hacen una revisión de su propia infancia y de la relación con su padre suelen partir con un rumbo mucho más claro. Buscando compensar sus carencias, repetir lo valioso o buscar otras opciones. Los que por el contrario no realizan una revisión de la propia historia suelen andar sin rumbo.
Existir en el momento…
Todo lo que existe tiene tiempo y lugar. Las relaciones humanas también. Muchas veces, dice Linda Eyre, fantaseamos con las vacaciones, con el fin de semana, cuando se acabe este «peak» de pega…. ahí tendremos tiempo.
Y pasa el fin de semana ¡y hubo tanto compromiso familiar! y pasa el «peak» y viene otro.
Frente a esa trampa, se nos propone revalorizar el momento.
– Si los vas a dejar al colegio todos los días, ése es el momento.
– Si los tuviste que pasar a buscar a la psicopedagoga, ése es el momento.
– Si te pidió permiso para el paseo de curso, ése es el momento.
– Si te mostró sus rodillas peladas, ése es el momento.
– Si están sentados frente a «Maravillozoo», ése es el momento.
Si no, muchas veces nos quedamos sin el rato y sin el momento.
¿Cómo hacer que estos momentos sucedan?
¿Que aspectos de la relación son los más valorados por los hijos?
En una entrevista a 300 ejecutivos se les preguntó qué cambiarían en la relación con sus padres. La mayoría dijo que les hubiera gustado que hubieran expresado más sus sentimientos.
Curiosamente, de aproximadamente 200 mujeres entrevistadas, una gran mayoría dijo hacerse sentido muy queridas por sus padres.
Puede que el papá los quiera, pero los niños son concretos. Y la cercanía física es de las sensaciones más percibidas como amor.
Comunicación más efectiva…
La mejor manera de obtener un «nada» por respuesta es preguntar: ¿qué pasó hoy día?.
La mejor manera de obtener un «bien» por respuesta es preguntar: ¿cómo te fue hoy día en el colegio?.
La comunicación más efectiva debe ser claramente más específica, y es más efectiva porque no es un preguntar en general, sino que revela claro interés.
– ¿Qué tal estuvo la clase de fútbol?
– ¿Cómo te sentiste del resfrío?
– ¿Qué tal en el examen de historia que te tenía preocupado?
Planifique un momento con su hijo:
Vivimos un poco con el mito de que, en las relaciones humanas, todo debe ser espontáneo. Y entonces llega el momento para estar juntos y muchas veces no sabemos qué hacer. O sólo tendemos a hacer lo mismo, siempre chacota o siempre conversar del colegio.
Un mínimo de planificación agrega variedad a nuestro encuentro. Si nos proponemos leerle un cuento, armar una torre muy grande, salir a dar una vuelta en bicicleta, compartir las noticias y comentarlas o simplemente estar en cercanía.
La pequeña gran tradición…
Pero, por otro lado, las tradiciones también son maravillosas porque son algo que aprendemos a esperar… Planificar una tradición que sea un encuentro personal con esa hija, con ese hijo, es una buena manera de permitir que la relación suceda.
– Ir a comprar el pan caliente los sábados por la mañana,
– Salir a comer solos una vez al mes,
– Salir a trotar con ella,
– Tomar desayuno con él, el día del cumpleaños.
Las tradiciones pueden responder a diferentes objetivos: tener un rato de comunicación, pasarlo bien juntos, celebrar algo, pero finalmente el objetivo más importante será que la relación personal exista.
Un día un médico muy ocupado, padre de 7 hijos, me preguntó si creía en la relación como grupo.
– Sólo existe la relación de uno a uno, tuve que responderle. Creo que aún debe lamentar la respuesta. O quizás no.
Mostrar el propio mundo:
Si parte importante de nuestra vida es el trabajo, una buena manera de mantenernos conectados es permitir que nuestros hijos conozcan lo que hacemos. Llevarlos a conocer la oficina les permitirá saber qué hacemos cuando estamos lejos de ellos.
Trabajamos por ellos y para ellos.
Que no los perdamos a ellos en el camino es un buen propósito para el DIA DEL PADRE.
(437)
El Día del Padre contemporáneo es unívocamente estadounidense en su historia. Junto con el Día de la Madre, es una expresión de gratitud tanto pública como personal que merecen todos los progenitores afectuosos.
Por qué, entonces, el Día de la Madre ha sido un feriado nacional durante casi un siglo, mientras que el Día del Padre recibió ese reconocimiento tan solo hace unas décadas?
Las propuestas en favor de un Día del Padre y un Día de la Madre—a favor de reservar un tiempo para que los hijos honren a sus padres—fueron introducidas en la cultura estadounidense casi al mismo tiempo. (El Día de la Madre fue sugerido originalmente en 1872 por Julia Ward Howe, autora de “The Battle Hymn of the Republic”, pero ella lo imaginó como un día para que las mujeres protesten contra la guerra). La primera celebración del Día del Padre aconteció en Spokane, estado de Washington, el 19 de junio de 1910. Esto fue dos años después de que la maestra de escuela Anna M. Jarvis iniciara su campaña desde Filadelfia para establecer un Día de la Madre a nivel nacional.
Sonora Louise Smart Dodd concibió la idea de un Día del Padre en 1909 mientras escuchaba un sermón que avalaba el concepto de un Día de la Madre. El padre de Dodd, William Jackson Smart, había criado solo a seis hijos tras el deceso de su esposa al dar a luz. Tan fuerte era su deseo de honrar su fortaleza de carácter y devoción que el Día del Padre fue pensado para que cayese el día de su cumpleaños, el 5 de junio, pero tuvo que ser pospuesto. Fue escogido un domingo siguiente debido a que la visión de Dodd del Día del Padre incluía un servicio religioso dedicado a los padres durante el cual recibirían pequeños obsequios de sus hijos.
Las rosas fueron seleccionadas como la flor oficial del primer Día del Padre, con flores blancas para recordar a los padres que había fallecido y rojas para honrar a los vivos. (Esa tradición persiste). Tanto el alcalde de Spokane como el gobernador del estado de Washington rápidamente aprobaron el Día del Padre. En ese mismo año, 1910, Virginia occidental se convirtió en el primer estado en proclamar un Día de la Madre. Para 1911, sin embargo, casi todos los estados adoptaron esa celebración. En 1913, a raíz de una resolución unánime de la Cámara de Representantes que exigía a los funcionarios del gobierno lucir claveles blancos el Día de la Madre, el Presidente Woodrow Wilson declaró, “al segundo domingo de mayo como una expresión pública de nuestro amor y reverencia por la madres de nuestro país”.
El Día de la Madre fue un feriado nacional, pero a pesar del apoyo de los periódicos y de figuras políticas prominentes, el Día del Padre no obtuvo un ímpetu similar. No obstante, una serie de ‘reinvenciones’ independientes de la idea dieron fe de su encanto popular. Por ejemplo, Harry C. Meek, presidente del Club de Leones de Chicago, es denominado en ocasiones el “creador del Día del Padre” debido a su vigoroso apoyo a favor de la idea que data desde la década de 1920.
En una coincidencia sorprendente, Meek eligió el 20 de junio como el Día del Padre, probablemente porque en esa fecha era su cumpleaños.
Sí era algo popular, ¿por qué los intentos de cabildear a favor de formalizar el Día del Padre no fueron exitosos? La inercia no se debió a la falta de simpatía. En 1916, el Presidente Woodrow Wilson celebró un Día del Padre privado junto a su familia. En 1924, el Presidente Calvin Coolidge suscribió una resolución sobre el Día del Padre para “establecer relaciones más intimas entre los padres y sus hijos y para inculcar a los padres la medida total de sus obligaciones”.
Coolidge recomendaba la “celebración generalizada” del Día del Padre pero no lo declaró un feriado nacional, tal como Wilson había hecho con el Día de la Madre. Ese reconocimiento tomaría casi cinco décadas. Mientras tanto, el Día del Padre continuó siendo ampliamente celebrado pero sin estar formalizado.
Una teoría plausible de porqué las dos celebraciones fueron tratadas de manera diferente es que los miembros de la Cámara de Representantes consideraban que otorgar reconocimiento a las madres era algo galante pero darle el mismo saludo a los de su mismo sexo lucía interesado. Una teoría más perturbadora es que, incluso entonces, el rol de la paternidad era subestimado. En verdad, podía haber sido visto como un desaire a las madres y, por ende, políticamente desacertado tratar a ambos progenitores como equivalentemente importantes.
Cualquiera fuese la razón, el camino al establecimiento del Día del Padre como un feriado nacional permanente fue arduo. En 1926, un Comité del Día del Padre Nacional fue establecido en la Ciudad de Nueva York, pero no fue sino hasta 1956 que el siguiente paso significativo tuvo lugar: el Día del Padre fue reconocido por una resolución conjunta del Congreso.
Al año siguiente, la senadora Margaret Chase Smith hizo un apasionado llamado al Congreso para que diese el siguiente paso y formalice el Día del Padre. Escribía Smith: “El Congreso ha sido culpable durante cuarenta años del peor descuido posible… contra los padres gallardos… de nuestra tierra…. O bien honramos a ambos progenitores, madre y padre, o desistamos de honrar a uno de ellos… Pero seleccionar solamente a uno de nuestros dos progenitores y omitir al otro es el más penoso insulto imaginable”.
El “penoso” insulto continuó hasta 1966 cuando el Presidente Lyndon Johnson firmó una proclama presidencial declarando que el tercer domingo de junio de 1966 sería reconocido como el Día del Padre. Tomaría seis años más antes que el Presidente Richard Nixon estableció el Día del Padre como un feriado nacional permanente a ser celebrado el tercer domingo de junio cada año.
Los Estados Unidos deberían ser ampliamente aplaudidos por introducir por primera vez un día en el cual las familias reconocen a los padres. Y, si al Día del Padre le llevó mucho tiempo recibir el reconocimiento público que merecía, quizás este puede ser un recordatorio de cuán fácilmente resulta, aún para aquellos con buenas intenciones, ignorar la importancia de la paternidad.
(395)