Las entidades financieras españolas deberán apoyar sus estrategias de negocio en la innovación y la tecnología para ganar en eficiencia ante la nueva era de la banca en el mundo. La innovación y la tecnología serán los ejes fundamentales que ayudarán a los bancos a mejorar sus modelos operativos y a recuperar su rentabilidad sobre recursos propios que, difícilmente, volverá a ser la misma que antes de la crisis. El informe La banca, en la encrucijada. El futuro del sector financiero español en un mundo global, elaborado por el Centro del Sector Financiero de PwC e IE Business School, analiza las siete grandes tendencias que están transformando el sector financiero mundial y su impacto concreto sobre la banca española.
Tres de estas tendencias –globalización, marco regulatorio y gestión de riesgos- están directamente relacionadas con la crisis. Las otras cuatro tienen que ver con el entorno -el cambio demográfico y el cambio de conducta del consumidor- y con la evolución del propio negocio de la banca –innovación y tecnología-. La respuesta del sector a estos múltiples desafíos debe ser múltiple y diversa pero con una filosofía común detrás: los bancos deben ser flexibles y olvidarse de las inercias del pasado.
En esta estrategia de mejora permanente, las entidades españolas deberán concentrar sus esfuerzos en dos áreas. La primera, la adopción de un modelo operativo más eficiente. Los tiempos de las altas rentabilidades y de la comercialización de productos de crédito ligados al sector inmobiliario difícilmente van a volver; y las entidades deben apoyarse en la innovación y la tecnología para encontrar fórmulas que les permitan ganar en eficiencia y en rentabilidad. La segunda tiene que ver con la necesidad de consagrar al cliente como el eje de su negocio y que todas las decisiones de las entidades vayan encaminadas a satisfacer sus necesidades.
El documento incluye una serie de recomendaciones específicas sobre las cuestiones que las entidades financieras españolas deben tener en consideración en su estrategia actual y futura:
Hacer ajustes en el proceso de internacionalización. La presencia en los mercados exteriores ha mitigado el impacto de la crisis en las grandes entidades españolas. La recomposición del mapa geoeconómico, que se inclina de forma progresiva hacia los países emergentes, mantiene vigente esa apuesta estratégica. Sin embargo, los bancos deberán modularla para ajustar su operativa al nuevo escenario y a los cambios demográficos que se están produciendo en el mundo.
Los cambios regulatorios deben ser una prioridad absoluta en la agenda de las entidades. Su impacto en el negocio exige más recursos, nuevas estructuras organizativas y la adaptación a un modelo de supervisión muy diferente al actual.
Las entidades financieras deberán aprender de los errores del pasado y reforzar sus políticas de riesgos para avanzar hacia un modelo que involucre a toda la organización y que asegure un tratamiento integral de los mismos.
Los planes de inversión y la cartera de productos deberán adaptarse a las proyecciones demográficas de cada área y país. En general, los países emergentes tienen poblaciones jóvenes con un poder adquisitivo creciente, lo cual les hace consumir productos financieros como depósitos, préstamos o medios de pago. Los países desarrollados, sin embargo, invitan a centrarse en productos de ahorro a largo plazo y ligados a la jubilación.
El comportamiento de los consumidores ha cambiando y la banca debe hacerlo también. Para ello es preciso que las entidades desarrollen plataformas digitales avanzadas que refuercen la banca on line, la banca móvil y la presencia en las redes sociales y se integren dentro de una verdadera multicanalidad.
Los procesos de innovación han de ser más radicales y disruptivos para hacer más eficiente el modelo de negocio. Tecnologías como el cloud computing, el big data o las nuevas aplicaciones, como las Apis, que permiten personalizar productos y ofrecer a los nuevos consumidores experiencias diferentes que ya encuentran en otros servicios.
Los bancos han de prestar atención a los procesos de desintermediación que están facilitando la aparición de nuevos actores en el mercado, especialmente en el área de medios de pago. Las entidades deberán de estar preparadas para reaccionar, bien mediante acuerdos con los nuevos competidores, bien a través de adquisiciones o de la creación de filiales tecnológicas.