La libra ha pasado de ser una de las divisas favoritas del mercado a ser una de las menos atractivas. ¿El motivo? El cambio radical de postura del Banco de Inglaterra (BoE). Hasta en fecha tan reciente como este mes de septiembre, el gobernador de la entidad, Mark Carney, había dicho que «la decisión respecto a cuándo iniciar el proceso de normalización gradual de la política monetaria» se «haría más manifiesta en torno a finales de este año». En otras palabras: esperaba comenzar a subir tasas de interés incluso ya en el próximo mes de enero.
Todo ello cambió a raíz de la publicación este 5 de noviembre del último Informe de Inflación, que rebajó los pronósticos de inflación. Esto tiró por la borda todos los pronósticos del mercado respecto a cuándo podría comenzar a subir tasas el BoE. La diferencia entre el momento en que se espera que comiencen a subirlas el Reino Unido y los EE.UU. ha venido siendo en estos últimos meses un indicador bastante bueno de la dirección de la libra.
El mercado descuenta ahora. por tanto. que la primera subida de tasas se hará en algún momento en torno a septiembre de 2016, una suposición que el BoE más o menos ha validado. No obstante, llegado ese momento al BoE podría resultarle difícil comenzar a subirlas. Primero de todo, el gobierno del Reino Unido tiene planes para endurecer considerablemente su política fiscal el próximo año, y durante varios años posteriores. Va a acometer la contracción fiscal más intensa entre las principales economías. Eso significa que para finales de año la economía ya podría estar frenándose. Y el crecimiento ya se ha frenado considerablemente desde un 3,0% interanual del cuarto trimestre de 2014, hasta el 2,3% del tercer trimestre de 2015.
En segundo lugar, el gobierno también planea celebrar un referéndum en torno a finales del año próximo, respecto a si el Reino Unido debería permanecer en la UE. El gobierno ciertamente querrá que cuando se celebre la economía esté tan saludable como sea posible.
El referéndum también plantea un gran riesgo para la esterlina. En este momento, las encuestas sugieren que los votos están en delicadamente equilibrados. Mientras prosigue la crisis de refugiados y van concretándose las repercusiones de los atentados de París, es probable que aumente el temor a un voto favorable a salir de la UE. Ello significa que probablemente se agoten las inversiones extranjeras en el Reino Unido, tanto de cartera como directas, entretanto los inversores aguardan la decisión. Una menor inversión extranjera significaría que los flujos de entrada de capital podrían no bastar para compensar el gran déficit por cuenta corriente del país (estimado este año en el 4,5% del PIB). La libra, históricamente cara, tendría que debilitarse para mantener el equilibrio en la balanza de pagos.
Además, las autoridades británicas probablemente no se interpondrían en el camino de dicha depreciación, ya que una libra más débil ayudaría a impulsar la inflación y a reequilibrar el mix de crecimiento en el Reino Unido, que está sesgado hacia el consumo más que hacia la producción fabril.
En resumen, sin la promesa de tasas de interés más altas en el futuro, ahora mismo hay pocas razones para comprar libras esterlinas. Por otra parte, con un probable enfriamiento del crecimiento y crecientes riesgos políticos, hay razones para vender. Tengo una visión negativa respecto a la libra.
Saludos cordiales,
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