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Comedia sobre la amistad Javier veiga

Posted by admin On febrero - 13 - 2009

Los límites de la amistad
Son amigos desde hace tiempo; comparten representante y, desde hoy, también escenario. Son los tres protagonistas de «Amigos hasta la muerte», que se estrena en el teatro Infanta Isabel (en funciones nocturnas, ya que comparte cartel con «TeVeo»). Javier Veiga, además, es el autor y el director de esta obra, que clasifica como «una tragicomedia urbana». «Es un término que define muy bien la función, porque son tres personajes de nuestro entorno, de esa burguesía en que vive gran parte de la población de las ciudades; es una comedia con tintes dramáticos, de gente que tiene los pies en la tierra, y con los que espero que el público se identifique».
Autor y compañeros de reparto coinciden en que la obra es «una comedia sobre los límites de la amistad, donde hay entrelazada una historia de amor. Se plantea hasta dónde estamos dispuestos a llegar por un amigo y hasta qué punto actuamos por egoísmo en nuestras relaciones. Los grupos de amigos suelen estar equilibrados porque cada uno de ellos asume un papel; el problema es cuando surge un problema y se rompe ese equilibrio», que es lo que ocurre en esta comedia, que tiene un punto de vista tragicómico. «Ahí -cuenta su autor- hay que replantearse las prioridades y los valores».
Los tres actores son amigos fuera de las tablas, y esa relación personal ha tenido mucho que ver también en la puesta en escena. Para Jorge Sanz, «la amistad permite que haya vías de comunicación que con una relación profesional «normal» no se producen». Mélani Olivares, por su parte, asegura que no le cuesta «diferenciar entre lo personal y lo profesional, y trabajar con amigos permite una confianza mayor a la hora de trabajar. Se utiliza más cariño, más amor». «Los ensayos parecen algo más cotidiano -añade Javier Veiga-, y resulta mucho más fácil resolver los problemas que surgen, eso facilita muchísimo el trabajo».

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La verdadera amistad es imperecedera

Posted by admin On febrero - 12 - 2009

puede haber amistad aun existiendo la separación de la muerte, con tal de que nuestros ojos, con la luz de la fe, no vean la muerte como un aniquilamiento desconsolador, sino como un tránsito a modos de amistad que aquí no hacemos sino esbozar y ensayar, con el entusiasmo de quien sabe que se está abriendo así a formas de unidad absolutamente entrañables e imperecederas.

De joven, leí la Ética a Nicómaco del gran Aristóteles, me encantó el elogio que hace de la amistad al afirmar que «es lo más importante de la vida», pero no dejó de sorprenderme que redujera la verdadera amistad a las personas virtuosas. Entonces pensaba yo, ingenuamente, que las virtudes eran actitudes propias de personas especialmente comprometidas con la fe religiosa. Al descubrir, más tarde, que las virtudes -la generosidad, la fidelidad, la cordialidad, la apertura veraz y afectuosa…— son sencillamente las condiciones del encuentro auténtico, advertí que ejercitar las virtudes no es algo optativo; resulta ineludible para todo el que no renuncie a su desarrollo personal, ya que —según la mejor Antropología actual— los seres humanos somos «seres de encuentro»: vivimos como personas, nos desarrollamos y perfeccionamos como tales creando toda suerte de encuentros. Vistas así las virtudes, debemos convenir con el sabio griego que son las garantes de la verdadera amistad.

Que la amistad, bien entendida, es lo más importante de la vida lo fui comprobando a medida que tuve la fortuna de hallar buenos amigos. Entonces pude sentir, personalmente, la excelencia de la lealtad. Si, en un momento determinado, te ves acosado por diversos frentes adversos, y una, dos, tres personas cierran filas en torno a ti para blindarte con su confianza, su decisión a defenderte, su afecto inquebrantable…, te haces cargo de lo que es la lealtad. El que es leal es tenaz, fuerte en la adversidad, seguro de sus sentimientos, independiente de criterio ante las insidias de los adversarios. Al vivir, en ciertos momentos de la vida, este tipo de lealtad, hice mío el dicho de Horacio: «Mientras esté en mi sano juicio, nada será para mí comparable a un dulce amigo». Y comprendí la sentencia del Eclesiástico (6, 14): «Un amigo fiel es una fuerte protección; quien lo encuentra encuentra un tesoro».

El entusiasmo ante la grandeza de la verdadera amistad sufre un rudo golpe cuando uno hace la experiencia de que, a mayor amistad, mayor es el dolor ante la pérdida definitiva de un buen amigo. A fuerza de golpes llegué a preguntarme si es posible la amistad existiendo la muerte. El amor verdadero es incondicional; no está sometido a condición alguna de tiempo y espacio. Tiene un principio, pero rechaza tener un fin. Por eso decimos bien cuando afirmamos que «el amor pide eternidad». Y nos desconcertamos cuando vemos que la muerte parece poner fín a los lazos amistosos. La respuesta a esta azarosa cuestión tuve que buscarla en la promesa hecha por Jesús a quien crea en Él, es decir, a quien esté adherido a Él y conserve la amistad hasta el final: «aunque muera, vivirá». Jesús puso toda su vida a la sola carta del amor oblativo y nos hizo saber que su mandamiento específico -el que condensa toda su doctrina y su misión salvadora— consiste en que nos amemos unos a otros. Visto todo ello en bloque, descubrí, súbitamente, que Él es el puente que une esta vida y la otra para quienes se unen a Él y hacen de su vida un acto de amor.

Comprendí, entonces, un poco mejor la profunda intuición que tuvo San Agustín al hablar del ordo amoris. Amarse no se reduce a tenerse cariño los unos a los otros, que ya es mucho; es participar en una estructura de amor en la que estamos instalados desde antes de nacer. En su primer proyecto de amor, nuestros padres nos llamaron a la existencia y nuestra vida consiste en responder con agradecimiento a esa invitación generosa. Pero esa llamada paterna tiene poder de crear vida porque está hecha en nombre del Creador de todos los seres. Vivir en amistad con quienes nos rodean no implica sólo estar inmerso activamente en una trama de interrelaciones afectivas; significa participar en el proceso de creación del universo, que procede de un acto amoroso de quien se define como Amor (1Jn 4).

Siempre me ha animado mucho pensar que cada acto verdaderamente amistoso por nuestra parte significa colaborar con el Creador a dar forma definitiva al universo. Hoy sabemos que el cosmos se halla fundado, últimamente, en «energías estructuradas», es decir, relacionadas, y tiene como meta crear nuevas formas de relaciones. Poder y deber crear tales relaciones es el gran privilegio del ser humano. Si vivimos creando vínculos de verdadera amistad, otorgamos un valor inmenso a cada momento de nuestra vida; lo convertimos en un «instante eterno», por así decir, y nos encaminamos hacia una plenitud futura que no podemos ahora ni vislumbrar.

En los momentos de abatimiento debidos a la pérdida de amigos, me eleva el ánimo pensar que el cultivo de la amistad en esta vida caduca no es propio de seres ilusos, sino de personas ilusionadas, abiertas a formas de amistad de cuya grandeza la mejor amistad humana no es sino un mero barrunto, tímido, insuficiente, pero inmensamente esperanzado.

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Cuento Moral sobre amor, amistad y muerte

Posted by admin On febrero - 9 - 2009

es probable que si ahora hablamos de Después de la boda se lo debamos en buena medida a Lars von Trier. El controvertido cineasta danés no sólo ha sido capaz de convertirse en una referencia mundial sino que, gracias a iniciativas como Dogma, ha sabido aupar a un puñado de profesionales compatriotas que, de otro modo, hubieran tenido muchas más dificultades para traspasar con sus películas las fronteras de Escandinavia. Este reconocimiento al autor de Rompiendo las olas no desmerece la calidad de cineastas como Thomas Vinterberg, Anders Thomas Jensen o Susanne Bier. Simplemente constata la importancia y la necesidad para una cinematografía y un país de contar con nombres emblemáticos como el suyo.

El cuento es una narración breve de hechos imaginarios o reales, protagonizada por un grupo reducido de personajes y con un argumento sencillo. Aqui teneis una pequeña seleccion de cuentos infantiles SOBRE EL AMOR Y LA AMISTAD podeis ver mas pinchando sobre los numeros espero sean de su interes, agrado y util

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Pero si justo es reconocer a Von Trier lo que es de Von Trier; no lo es menos convocar a Ingmar Bergman a la hora de ubicar en algún legado este filme que en su arranque evoca la exitosa película de Vinterberg, Celebración , y que en su desenlace se enfrenta al coprotagonista de El Séptimo sello . El cine escandinavo, al menos visto desde esa lejanía que impide reconocer sus variedades más específicas, parece siempre tocado por un sentimiento trágico. Incluso cuando se adentra en la comedia, como en Wilbur se quiere suicidar , desde su título se viste de luto.

En ese panorama, Susanne Bier se ha convertido en una cineasta reconocible. Su Te querré para siempre , filme participado por el espíritu Dogma, y su siguiente obra, Hermanos , han podido verse, y lo que había en ellos es mucho de lo que encontramos en Después de la boda . Como en sus obras precedentes, Bier se sirve de una situación inicial sujeta a suaves pero perceptibles cambios. Cambios en los que el pasado cobra una importancia decisiva en el futuro, sometido al revés inevitable de la muerte.

En Después de la boda , filme que pudo haber ganado el Oscar que finalmente fue a recaer en La vida de los otros , Susanne Bier sin los corsés del decálogo Dogma y con voluntad de mostrar un estilo de autor, adopta un tono sombrío y denso. Su argumento es sencillo. Coincidiendo con la boda de su hija mayor, un acaudalado hombre de negocios invita a un compatriota misionero seglar en la India a una reunión con él. La idea es donarle una gran cantidad de dinero para sus huérfanos. No obstante, es notorio que el empresario oculta un misterio que empieza a resolverse cuando el misionero es invitado a la citada boda de su primogénita.

Para forzar la tensión, Bier refuerza esa zona de penumbra con amenazantes contraplanos entre las miradas de los vivos y los ojos de animales disecados y/o muertos. Después de la boda parece contraponer la riqueza decadente de Dinamarca con la pobreza vital de la India; pero en realidad su discurso va más allá de territorios y poderes, verbaliza la fugacidad de la existencia y la inevitabilidad de la muerte.

Susanne Bier reclutó a un puñado de actores magistrales. Y ellos se conducen con serena autenticidad para insuflar verdad a sus sueños y derrotas. La vieja desazón religiosa presente en el cine de Bergman ahora se torna en inquietud humanista no menos transcendente. Y aunque Bier asume que el espectador está para pocos matices, pese a concesiones y maniqueísmos, en algunos instantes, su cine sabe mancharse con el desgarro y el dolor. Y eso es una apreciable rara avis que habla de lo que casi nadie se atreve.

Lágrimas allí no valen, recordaba Buñuel al hablar de la muerte. Quizá por eso mismo, Bier rasga con el tono de cuento moral lo que era materia de drama solemne.

Dirección: Susanne Bier. Guión: Susanne Bier y Anders Thomas Jensen. Intérpretes: Mads Mikkelsen, Rolf Lassgård, Sidse Babett Knudsen y Stine Fischer Christensen. Nacionalidad: Dinamarca. 2006. Duración: 122 minutos.

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Amistad Historia de San Valentin dia del amor y amistad

Posted by admin On febrero - 5 - 2009

Tal como se practica hoy, esta costumbre se inició en los países de habla inglesa en el siglo XVIII y hace algunos años, llegó a los países latinos. Sobre su origen, aún no hay acuerdo: tres leyendas intentan explicar la tradición.

La primera cuenta que en el año 270 el emperador romano Claudio II prohibió el matrimonio argumentando que los recién casados se negaban a ir a la guerra, entonces el obispo Valentín comenzó a casar a las parejas de manera clandestina. Pero la “insurrección” del cura pronto fue descubierta y el emperador ordenó que lo decapitaran. Sin embargo, mientras estaba encarcelado y esperaba su muerte, conoció a Julia, la hija de su custodio, y se enamoró. Valentín fue ejecutado el 14 de febrero y en su tumba, sigue la leyenda, Julia plantó un almendro (símbolo de amor y amistad).
La historia de San Valentín hubiera quedado ahí si no fuera porque dos siglos más tarde la Iglesia católica la recuperó. Por aquel entonces era tradición entre los adolescentes practicar una curiosa fiesta pagana derivada de los ritos en honor del dios Lupercus, dios de la fertilidad que se celebraba el día 15 de febrero. Era un sorteo mediante el cual cada chico escogía el nombre de una joven que se convertiría en su compañera de diversión durante un año. La Santa Sede quiso acabar con esta celebración pagana y canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados.

El cuerpo de San Valentín se conserva actualmente en la Basílica de su mismo nombre que está situada en la ciudad italiana de Terni. Cada 14 de febrero se celebra en este templo un acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren unirse en matrimonio al año siguiente.

También se adjudica el origen de la celebración al duque de Orleans, capturado por los ingleses en el año 1415 en la guerra contra Francia. Preso en la Torre de Londres, se dedicó a la poesía con un estilo refinado y purista, que reflejaba la melancolía por su encierro. En una carta a su esposa, firmó como “tu Valentín” y esta “tarjeta”, la más antigua que se conoce, se conserva en el Museo Británico.

Sin embargo, la historia conocida dice que la primera tarjeta con fines comerciales fue creada en 1840, en los Estados Unidos. Años después, la británica Esther Howland dotó al Día de San Valentín de su propio símbolo: una caja de bombones con forma de corazón.

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