Aunque las tiendas físicas siguen siendo el principal punto de venta de la inmensa mayoría de los artículos tecnológicos, de ocio o de moda, cada vez son más los consumidores que optan por adquirirlos a través de Internet. Según el Observatorio Cetelem, un 66 % de los españoles realizaron compras en 2015 a través de marketplaces online como Amazon, eBay o Alibaba y se prevé que ese porcentaje crecerá con el paso de los años. En cuanto al método de pago, muchos de estos consumidores virtuales optan por las tarjetas bancarias, una manera muy fiable de realizar sus compras gracias a sus servicios y seguros. Cómo se protegen las tarjetas contra el fraude online En general, la mayoría de los plásticos que podemos encontrar dentro del mercado ofrecen distintos servicios que cubren su posible uso fraudulento para realizar compras a través de Internet. Estos seguros pueden ser unos u otros dependiendo de las condiciones establecidas por las entidades emisoras, pero según el comparador HelpMyCash.com, estos son los más habituales: Seguro de compra protegida: normalmente, este seguro cubre los posibles daños, roturas o robos que puedan sufrir los artículos adquiridos con la tarjeta durante los 30 días siguientes a la compra. Además, puede incluir una extensión adicional de la garantía o el reembolso íntegro del importe de aquellos productos comprados a través de Internet que no llegan al destinatario. Servicio de alertas por SMS: con este sistema de avisos se notifica por SMS y/o e-mail al poseedor de la tarjeta por cada pago realizado con el plástico. De esta manera, el titular puede saber al momento si alguien está utilizando su tarjeta sin su permiso. Seguro antifraude: este seguro cubre cualquier uso del “plástico” tras robo o pérdida. Eso sí, para que se active es necesario notificar la sustracción de la tarjeta a la entidad. Normalmente, los seguros antifraude y de compra protegida van incluidos dentro del contrato de la tarjeta, sobre todo si se trata de una tarjeta de crédito, y casi siempre son gratuitos. El servicio de alertas por SMS, en cambio, se suele adquirir a parte y generalmente hay que pagar un coste adicional. También hay que comprobar la fiabilidad de la página web Sin embargo, el hecho de tener cubiertos los pagos online realizados con una tarjeta no significa que no haya que ir con cuidado con ciertas páginas web. Antes de hacer la compra, siempre es aconsejable comprobar que el portal cumple todas las medidas de seguridad recomendadas. En primer lugar, hay que asegurarse de que la URL de la página empiece por https, que es el protocolo de seguridad que indica que los datos personales y económicos del comprador están protegidos. Además, en la barra de direcciones debe aparecer un candado verde, que es el elemento que certifica que la información del portal está cifrada y restringida al acceso de terceros. Asimismo, es interesante fijarse en si la página incluye algún tipo de sello de seguridad online, como el que otorgan empresas como Confianza Online o AENOR. En ese sentido, si en la tienda virtual aparece el sello Verified by Visa, significará que el establecimiento está autentificado por la famosa emisora de tarjetas, por la que las compras a través de su portal serán totalmente seguras.
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Aunque muchas operaciones comerciales se siguen pagando con efectivo, cada vez son más los consumidores españoles que optan por el dinero de plástico para abonar el coste de sus compras. Según los datos del Banco de España, el número de tarjetas bancarias en circulación no ha dejado de crecer año tras año y en el segundo trimestre de 2016 alcanzó una cifra de récord: 71,93 millones de unidades. El éxito de estos productos no es casual, ya que además de la comodidad de no tener que llevar billetes ni monedas encima, ofrecen otras muchas ventajas, como descuentos en ciertos establecimientos o, en algunos casos, devoluciones de un porcentaje de lo gastado. Existen diversos métodos de devolución de compras Como afirman desde el comparador financiero HelpMyCash.com, la devolución de compras es una característica que cada vez incorporan un mayor número de tarjetas. Sin embargo, la manera de efectuar el reembolso de un porcentaje de lo gastado no es la misma en todos los casos. Con algunas tarjetas, por ejemplo, se recupera el dinero mediante un descuento del saldo pendiente, como en el caso de la Tarjeta Oro de Bankintercard, cuyo 5 % de devolución se aplica a las compras aplazadas realizadas a lo largo del año. En otros casos, en cambio, ese porcentaje se devuelve aumentando el saldo disponible, es decir, incrementando la cantidad de dinero que se puede gastar al mes. También es bastante común, especialmente en las tarjetas de fidelización, que la bonificación se acumule en un cheque de descuentos que se puede utilizar en los establecimientos comerciales vinculados a la entidad emisora del plástico. Los métodos de devolución mencionados son los más habituales para reembolsar un porcentaje de las compras realizadas con tarjetas de crédito, pero si se usa una tarjeta de débito con bonificación de compras, el reembolso se produce de un modo distinto. En este caso, se abona el dinero que corresponda en la cuenta vinculada a la tarjeta, lo que permite recuperar de manera directa una parte de lo gastado. Sin embargo, son pocas las tarjetas de débito que incorporan esta ventaja, mucho más común en las de crédito. La bonificación puede tener ciertas limitaciones Poder recuperar una parte de lo gastado es una ventaja muy atractiva, pero puede tener algunas limitaciones. Por ejemplo, es bastante habitual que la bonificación se aplique únicamente sobre las compras realizadas mediante la opción de pago aplazado, para las que hay que pagar un tipo de interés que oscila entre el 12 y el 29 % TAE. Asimismo, antes de contratar una de estas tarjetas es importante leerse bien las condiciones del producto, porque es posible que solo se devuelva un porcentaje de las compras hechas en establecimientos concretos (grandes almacenes, hipermercados y gasolineras, principalmente) o que la oferta sea temporal, es decir, que el porcentaje reembolsado disminuya al cabo de un año o que la ventaja desaparezca cuando finalice el período válido de la promoción.
Financiar las compras con tarjetas de crédito es una opción muy extendida en nuestro país, pero los titulares de estos productos prefieren utilizarlas sin tener que pagar intereses. Es lo que refleja el informe Consumo España presentado por el Observatorio Cetelem, en el que se indica que un 17 % de los consumidores españoles elijen las tarjetas de crédito con pago a fin de mes como medio de pago favorito, frente al 2 % que prefiere devolver el dinero dispuesto en cuotas mensuales con intereses. La tarjeta de débito, el medio de pago favorito en España Según el citado informe, la tarjeta de débito (41 %) y el efectivo (28 %) son los dos medios de pago preferidos en nuestro país, seguidos por la tarjeta de crédito con pago total a fin de mes (es decir, sin intereses). Un 11 % de los consumidores, en cambio, elije las tarjetas que permiten escoger cómo pagar; a débito, a crédito o aplazando compras concretas. Finalmente, solo el 2 % prefiere las tarjetas de crédito revolving. Por tanto, un 71 % de los encuestados elije las tarjetas como su medio de pago favorito frente al efectivo, ya sean éstas de débito o de crédito. No es extraño entonces que, como reflejan los datos del Banco de España, el número de “plásticos” en circulación no deje de aumentar. En el segundo trimestre de 2016, en nuestro país había 71,93 millones de tarjetas activas (46 millones de ellas eran de crédito), un 5,38 % más que en el mismo período del pasado año. Las tarjetas de crédito, mejor sin cuotas anuales Otro dato que llama la atención sobre el informe presentado por el Observatorio Cetelem es que, a la hora de elegir tarjetas de crédito, lo que más valoran los españoles es que no tengan comisiones asociadas ni cuotas anuales. El tipo de interés aplicado sobre las compras aplazadas solo es prioritario para el 15 % de los encuestados, un hecho que “resulta curioso” para los redactores del estudio. Según el comparador financiero HelpMyCash esto se debe, en gran parte, a que la mayoría de los titulares de estos “plásticos” prefiere pagar a fin de mes, por lo que el interés no es un aspecto que les preocupe especialmente. En cambio, un 34 % de los consumidores valora más que la tarjeta incluya descuentos, mientras que un 29 % se fija antes en que el “plástico” le permita elegir cómo pagar, si a débito, a crédito o aplazando compras concretas cuando se necesite. Eso explica que durante este último año muchas entidades financieras hayan lanzado tarjetas de crédito que incluyen estas dos ventajas. Es el caso, por ejemplo, de la Tarjeta Oro Bankintercard, que además de ser gratis (sin cuotas anuales) y poderse contratar sin necesidad de abrirse una cuenta en la entidad, devuelve el 5 % de lo gastado en compras mediante la modalidad de pago aplazado y permite financiar compras determinadas a un interés más reducido.
Uno de los reclamos que utilizan los bancos para atraer clientes es no cobrar comisiones por la emisión y el mantenimiento de sus tarjetas de crédito, ya que a nadie le gusta tener que pagar solo por tener el “plástico” en la cartera. Sin embargo, que estas tarjetas sean gratis sobre el papel no significa que lo sean siempre: según el comparador financiero HelpMyCash.com, muchos de los usuarios de estos productos denuncian el cobro de comisiones inesperadas por el mantenimiento o la renovación de sus tarjetas, ya sea por rebasar el período promocional de la oferta o por no respetar las condiciones de vinculación exigidas por la entidad. Tarjetas gratuitas… solo en algunos casos La inmensa mayoría de las tarjetas vinculadas a una cuenta nómina (la cuenta en la que el cliente domicilia sus ingresos mensuales) son gratuitas año tras año, pero solo si se cumplen unas condiciones determinadas. En general, para no tener que pagar la cuota anual del “plástico”, es necesario mantener domiciliados unos ingresos mínimos, así como una cantidad determinada de recibos. Además, en muchos casos también es necesario hacer un consumo mínimo trimestral, semestral o anual. Otras tarjetas de crédito, en cambio, no tienen cuota de emisión, pero pasado el primer año hay que pagar una comisión de mantenimiento que ronda los 40 euros. Estos productos también se publicitan como “gratuitos”, ya que no cuesta nada contratarlos, pero en realidad no lo son. Por ello, es imprescindible leerse detenidamente el capítulo del contrato dedicado a las cuotas anuales (emisión, mantenimiento y renovación) para saber si una tarjeta es gratis o no. Sin embargo, no todas las tarjetas de crédito tienen “trampa”. Por ejemplo, la Tarjeta Oro Bankintercard que comercializa Bankinter Consumer Finance sí es gratuita año tras año sin que se tengan que cumplir condiciones de vinculación. Además, este producto se puede contratar sin cambiar de banco, devuelve un 5 % de todas las compras realizadas mediante la modalidad de pago aplazado (y un 3 % a partir del segundo año) e incluye un seguro de asistencia en viajes y un seguro de accidentes de hasta 500.000 euros. ¡Cuidado! Solo las cuotas anuales son gratis Aunque se les llame así, las tarjetas de crédito gratuitas no permiten obtener financiación a coste cero, ya que el calificativo “gratis” solo se aplica a las cuotas anuales. Si se usa este producto para pagar compras en varias mensualidades (modalidad de pago aplazado), se aplican unos intereses que oscilan entre el 12 % y el 30 % TAE, mucho más elevados que los de los préstamos personales. No obstante, si todo el crédito utilizado se devuelve de golpe a fin de mes o a principios del siguiente, no hay que pagar intereses. También hay que tener en cuenta que aunque una tarjeta no incluya comisiones de emisión, mantenimiento o renovación, sí puede tener otros costes de gestión. Por ejemplo, casi todas las entidades cobran una comisión si se utiliza una tarjeta para retirar dinero a crédito de un cajero, si se solicita un duplicado porque se ha perdido el plástico o si se realiza un pago con una moneda distinta al euro, entre otras operaciones.
Si se utiliza una tarjeta de crédito gratis con un tipo de interés bajo, puede resultar útil y práctico