Brotan versos con la noche,
fuertes, vigorosos, cálidos;
a la luz del nuevo día
nacen secos, fríos, pálidos
Al abrirse el día es mi cuerpo tierra,
hay bruma en los ojos y escarcha en la piel.
Espero que el sol caliente mi cuerpo
y aflore en mi vida el mejor clavel.
Como perro apaleado
estoy en este rincón,
tengo el sueño destrozado
y sangrando el corazón.
El poema es la descarga
de intensa tensión interna,
como fuego de volcán,
como rayo de tormenta.
Quisiera saber
cual es mi destino,
si es risa o si es llanto,
si es rosa o espino.
Quisiera escoger
un nuevo camino,
de luz y alegría,
de música y vino.
¡Oh, quizá pudiera
cambiar mi destino!
Son los frágiles añicos
de mi consciente locura,
pajaritas de papel,
que tan pronto son velero
como gorro marinero
o como el bonete aquel,
aquel bonete del cura
lleno de móviles picos.
En la esquina confusa
de mi interior sombrío
ha muerto la esperanza
con hambre, sed y frío.
¡Qué lentos pasan los días
en dolor y soledad!.
Con amables compañías,
el tiempo es breve, fugaz.
(400)