No ha sido una victoria de Trump, sino la pérdida de Clinton. Como el Brexit, el voto de Estados Unidos nunca fue sobre personalidades o asuntos. Si las «cuestiones» hubieran significado algo para los votantes estadounidenses, ni Clinton ni Trump lo habrían conseguido en el «boleto» en noviembre. El hecho de que alguien como Donald Trump pueda conducir al Partido Republicano a una elección presidencial es un testimonio de cómo no tiene nada que ver con la persona, nada que ver con la política, sino todo lo relacionado con la necesidad percibida por los estadounidenses de escapar de la llamada «máquina política sin alma».
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2016 ha sido un año marcado por diversos hitos de especial relevancia; pero, con el permiso de los bancos centrales, de la OPEP y de los titulares sobre la banca, qué duda cabe que las elecciones presidenciales en EE.UU. han sido uno de los más destacados. Si siempre es así, este año se ha pronunciado aún más ante los estereotipos de los candidatos a la presidencia, que han generado debates, rumores, dudas… La carrera hacia la presidencia ha sido dura y desigual, y en la recta final algunos acontecimientos (la investigación de los emails de Hillary Clinton, las manifestaciones machistas de Trump…) han dejado las cosas muy igualadas, justo cuando empieza ya la cuenta atrás para el gran día. Aunque durante toda la campaña se ha especulado con qué pasaría si Trump saliera vencedor, ha sido ahora cuando esta posibilidad empieza a cobrar más fuerza, y los mercados se preparan para cualquier posible desenlace. Se habla de las encuestas, pero tras lo sucedido con el Brexit nadie parece fiarse. De primeras, los amantes de la estadística deben saber que históricamente la Bolsa americana se ha comportado mejor con un inquilino demócrata en la Casa Blanca que con uno republicano. En general, los mercados parecen más cómodos con una victoria de Clinton, ya que Donald Trump es un personaje controvertido, impredecible y que traerá consigo incertidumbre, el enemigo número 1 de los mercados. Hillary Clinton es una candidata con un discurso continuista y sensato, por lo que su elección aportaría mayor estabilidad. Esta estabilidad y la mejora de la economía deberían ser argumentos de peso para que la Reserva Federal retome la subida de los tipos de interés. Son muchos los sectores que permanecen atentos a los que ocurra el martes 8 de noviembre. Las críticas de Hillary Clinton al precio de algunos medicamentos podrían acabar perjudicando a las compañías farmacéuticas y su apuesta por las energías limpias a las petroleras. Y si finalmente se sale con la suya y acaba subiendo el salario mínimo también podrían acusarlo las cadenas de comida rápida, que trabajan con márgenes estrechos. Por el contrario, la mayoría de empresas de consumo agradecerán la defensa que hace la candidata demócrata de la inmigración, un colectivo del que depende en gran medida el consumo en EE.UU., que representa cerca del 70% del PIB. ¿Cuál será la reacción del mercado si gana Donald Trump? Si gana Donald Trump, la Deuda Pública americana será vista con peores ojos de cara a los inversores, ya que podría caer el dólar y pasaría a tener más riesgo debido al previsible incremento del gasto público. Aumentaría el gasto en defensa y en infraestructuras. Esta circunstancia beneficiaría a empresas de defensa y armamento e incluso podría ser vista con buenos ojos por parte de algunas entidades financieras, ya que Donald Trump apoya la desregulación del sector financiero. Uno de los pocos sectores que a priori quedaría aislado sobre el impacto de la elección de uno u otro candidato es el de las infraestructuras, ya que en ambos programas se incluyen inversiones en este sentido. En caso de que la semana que viene nos topemos con una victoria de Trump, la reacción más posible de los mercados será la huida hacia activos refugio. De hecho, ya hemos visto en los últimos días cómo ha vuelto el apetito por el yen o el oro (que ha vuelto a cotizar a 1.300 dólares onza). No hay que desechar tampoco la idea de una victoria de Trump y un efecto positivo en las bolsas (pasados los primeros momentos de desconcierto). Es más que probable que el discurso de Trump venga acompañado de promesas de recorte de impuestos o incremento del gasto público, lo cual podría gustar a los mercados en un primer momento, y no sería hasta más tarde cuando empezarían a manifestarse los “efectos secundarios” nocivos de la nueva política del gobierno. Ante la pregunta sobre qué hacer de aquí al día 8, tal vez lo más sensato sería no dar por sentada ninguna alternativa, pensar que cualquiera sería válida. Solo así podremos estar preparados para afrontar lo que está a punto de venir. Victoria Torre Self Bank Responsable de Análisis y Producto / Self Bank www.selfbank.es
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