En el momento en el que montamos una nueva empresa contraemos una serie de obligaciones con la Administración; es decir, tenemos que pagar impuestos. Esto implica que cada tres meses tendremos que declarar el IRPF, el IVA o el IS según el caso; si se nos olvida, o si no lo hacemos correctamente, es posible que entrañe una serie de sanciones administrativas que haga peligrar la viabilidad económica de la empresa.
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